No es la crónica de un mundo... es la historia de muchos.

lunes, 11 de abril de 2011

MAREA ALTA

            Han pasado casi ochenta años desde la diablerie de Vykos en manos de Mihail Pahlevitch y la muerte de Jurgen en manos de Hardestadt. Cada uno de los personajes ha tenido su historia, ha vivido su no-vida, pero finalmente, en 1314, el Príncipe de Alba Iulia, Antoine Henri decidió reunir a sus antiguos compañeros tras recibir de la Matriarca de Constantinopla, Natalya Svyatoslav, un libro en el que se hablaba del dios-demonio Kupala, atado según el libro a las tierras de Transilvania, y del que Antoine sospechaba que podía ser el culpable del extraño y salvaje tiempo que estaban viviendo en Transilvania en los últimos años, con extrañas tormentas y ventiscas que habían provocado la pérdida de numerosas cosechas y una extensa hambruna por la región.
            Bruno el Caitiff y Pier Francesco Orsini se reunieron en Alba Iulia con Antoine, y tras ponerse al día de lo que habían vivido en esos años de separación, Antoine les mostró el libro, que hablaba de cómo el dios-demonio Kupala podía provocar tormentas y contaminar desde su interior toda la tierra de Transilvania. Tras escuchar las teorías de Antoine, y aunque Pier Francesco se mostraba un tanto incrédulo, recibieron la sorprendente visita del profeta Malkavian Octavio, que un siglo atrás se encontrara con ellos en Budapest. Octavio les avisó de que el primero de los Ocho Signos que auguraban la Gehena se había cumplido, un triple signo formado por la Pérdida de una Tierra Sagrada (el Reino Latino de Jerusalén había sido destruido finalmente en 1291, cuando los Mamelucos tomaron San Juan de Acre), el Fin de una Poderosa Orden (los Templarios, desmantelados y acusados de herejía y blasfemia entre 1309 y 1314) y la Caída de un Poderoso Mago. Como ya había dicho, Octavio veía a los personajes en cada uno de los signos, y les avisó sobre una guerra que estaba por venir y que enfrentaría a los Cainitas unos contra otros. Además, les dijo que aquello que no podía ser evitado, debía ser cambiado.
            No fue la única extraña visita que recibieron, pues a la noche siguiente, el arquitecto Nosferatu Zelios llegaba acompañando a un mensajero de Symeon syn Draconov. Symeon solicitaba el cumplimiento de una vieja promesa que se había realizado a su Chiquillo cuando los personajes estaban intentando construir el castillo del Paso de Tihuta. Para ello, pedía a la Cuadrilla que sirviera de escolta al delegado Tremere para Francia y Europa Occidental, Goratrix, antiguo enemigo de Myca Vykos y que había sido llamado a Ceoris para ser juzgado por su responsabilidad en la destrucción de los Templarios. Zelios, tras escuchar al mensajero, les explicó que había descubierto que, marcando determinadas runas en sus castillos, estaba creando una prisión para el dios-demonio Kupala. Necesitaba tallarlas en Alba Iulia y el resto de las ciudades del Siebenburgen, pero luego necesitaría dos contrapesos, uno en el castillo del Tzimisce Vintila Basarab, y un segundo, en un lugar que no podía ser sino Ceoris.
            Con todo esto en su cabeza, el grupo se puso en marcha hacia Timisoara, donde encontraron a los enviados de Symeon, dos Assamitas, que entregaron a Goratrix a los personajes. El Usurpador trató de justificar sus actuaciones, trató de conseguir la piedad del resto de los personajes, justificando sus acciones, y pidió a los personajes que le ayudaran a resistir la llamada de su Sire y Señor. Sin embargo, Pier Francesco impuso su opinión, y se convirtieron en los carceleros de Goratrix, guiados por el propio Usurpador, a pesar de las advertencias de este de que conocer el camino hasta Ceoris les supondría la muerte.
            Sin embargo, el camino no sería fácil. El tiempo era cada vez más destructivo, y fueron asaltados en un bosque por un ejército de szlacha y un vozhd al que Pier Francesco conseguiría dar muerte. Finalmente, llegarían a la aldea de Alceditz, donde los hombres de Antoine, agotados por las penurias del viaje, pidieron a su Príncipe que les diera una noche de descanso. Este accedió y consiguieron habitaciones en una posada dentro de la aldea. Allí, para su sorpresa, se encontraron con una peculiar compañía: un tenso grupo de caballeros teutónicos que parecía estar protegiendo algo en una de las habitaciones del interior. Goratrix trató de convencer a Bruno de que le ayudara a conseguir lo que escondían, pues aquellos caballeros teutónicos debían ser templarios huidos, transportando parte de su legendario tesoro: el Santo Grial. Sin embargo, Bruno se negó, advirtiendo a Goratrix que sería llevado a Ceoris a pesar de todo.
            Sin embargo, llevado por la curiosidad, Antoine consiguió leer los pensamientos de algunos de los caballeros, averiguando que efectivamente eran templarios escondidos, y que transportaban algo de gran valor. Mientras Antoine actuaba utilizando Presencia para atraer la atención de los Caballeros, Pier Francesco utilizaba Dominación y Obtenebración para colarse dentro de la habitación que los Templarios vigilaban, robándoles la caja que protegían, obligando a uno de los Caballeros a autoculparse de haber vendido la reliquia, deshaciéndose así de los Caballeros, mientras su chiquilla, Sherazina, se dirigía con el cofre que habían obtenido hacia Ferrara, donde Pier Francesco se había trasladado después de que los mongoles tomaran Transilvania. Al anochecer siguiente, los Tremere se encontraban en Alceditz, ya que habían llegado para recoger a Goratrix. El magus trató de derrotar a Antoine y Bruno para tratar de escapar, pero fue reducido por estos, que lo entregaron a los Tremere… en el mismo momento en el que el propio Antediluviano Tremere hacía su aparición, una manifestación espectral que provocó el pánico en Pier Francesco, que se vio obligado a salir huyendo, aunque no pudo abandonar la posada, pues se deshizo antes en una masa de carne hirviente. Mientras, Tremere violó las mentes de Antoine y Bruno, antes de destruir también sus cuerpos.
            Sin embargo, esto no era más que una ilusión provocada por el propio Tremere para dejar claro lo que podría ocurrir. Tremere obligó a Goratrix a seguirle a Ceoris, mientras dejaba a Etrius para negociar con los personajes el pago por haber llegado hasta allí a Goratrix… no sin antes devolver a Bruno su vieja personalidad, la de Raquel bar-Seraph, acabando con la mascarada que había mantenido durante los últimos años. Como pago, solicitaron a Etrius la grabación de las marcas de Zelios en Ceoris, a lo que Etrius se comprometió siempre que no comprometiera el resto de las defensas mágicas de Ceoris.
            Antoine, Pier Francesco y Raquel regresaron a Alba Iulia, donde les esperaba un mensaje del maestro arquitecto Zelios, pidiéndoles que se dirigieran al norte de Alba Iulia, al castillo de Vintila Basarab, para completar la red geomántica que mantendría atado a Kupala. Los tres Cainitas alcanzaron el castillo del abuelo de Sherazina, pero no encontraron allí a Vintila, sino a su enloquecido nieto y Chiquillo, Dragomir Basarab, que había diablerizado a su Sire. Finalmente, Antoine pudo grabar las runas de Zelios en el castillo, cerrando la red que ataba a Kupala, lo que hizo que el clima volviera a la normalidad, y devolvió la cordura a Dragomir.
            Finalizada la situación que les había llevado a Transilvania, Pier Francesco volvió a Ferrara, donde Sherazina le esperaba, y donde pudo averiguar por fin qué encerraba el cofre que habían tomado de los Templarios: unas tablillas de hueso con unos extraños símbolos tallados, símbolos que nadie parecía ser capaz de reconocer…

3 comentarios:

Alarico dijo...

Y ahora... ¡¡a aprender tablillo!!

Thanos_Malkav dijo...

¿Kupala? Pero si ese es nuestro amigo, ¿verdad Mogg? Pasamos una curiosa noche a su lado hace años...

Tomás Sendarrubias dijo...

Das miedo.