No es la crónica de un mundo... es la historia de muchos.

viernes, 10 de junio de 2011

LOREENA MCKENNITT: ELEMENTAL

            Después de concluir el análisis pormenorizado de los discos de Enigma, he decidido continuar dedicando los viernes a analizar la obra completa de otra gran artista, en este caso, la canadiense Loreena McKennitt. Nacida en 1957 en Manitoba, y descendiente de inmigrantes irlandeses y escoceses, Loreena es cantante, arpista, acordeonista, pianista y compositora, además de una de las grandes voces de la música celta y de la música mundial a nivel general. Con una carrera cuajada de grandes temas y una evolución que ha ido desde la música celta clásica a la música oriental en una exploración que la artista ha hecho de la “música del mundo”, lo lógico es comenzar a estudiarla desde el principio. Y el principio es su primer disco, Elemental, grabado en 1985, y que es uno de sus discos más “tradicionales”, por así decirlo, ya que es uno de los más arraigados a las raíces celtas que Loreena esgrime como sello propio, y en el que los sonidos, más allá de la propia voz de la cantante, que es ya de por sí auténticamente prodigiosa, son de una simplicidad fascinante, cargados de sonidos de arpa.

Blacksmith.

            El disco se abre con un tema tradicional inglés en el que Loreena ya, en los primeros acordes, demuestra la riqueza de su voz y la inmensa amplitud de sus registros vocales. En este tema, se nos habla de una historia de amor de lo más tradicional, como hay muchas incluso en el romancero español: el amor engañoso. Un herrero corteja y seduce a la narradora, que le entrega su corazón (y probablemente más cosas) sólo para descubrir tiempo después que su amado se ha casado con otra.

She Moved Through the Fair.

            Uno de los temas más impresionantes de Loreena ocupa la segunda pista de su primer disco, esta vez nacida del folklore irlandés. Más sutil que Blacksmith, el ritmo de She moved through the Fair es más lento, y nos lleva a un ambiente casi mágico, o al menos, etéreo, como el propio tema de la canción, que de nuevo narra de una amor frustrado, esta vez por la muerte de la amante, decidida anteriormente a no consumar su amor con su pretendiente hasta después de su boda. De nuevo, un tema clásico formulado de una forma clásica y musicalmente perfecta.

Stolen Child.

            En este caso, Loreena abandona la música tradicional, y por primera vez (aunque lo hará en muchas ocasiones) recurre a los grandes poetas de la literatura para poner música a sus mágicos textos. El elegido para esta primera vez es el irlandés William Butler Yeats, y su poema, The Stolen Child. En esta canción, Loreena recrea directamente un mundo mágico, a través de la música y de su propia voz, creando para nosotros un vergel en el que nos cuenta como las hadas acuden para llevarse a los niños humanos, consiguiendo una sensación de encantadora inquietud, “Come Away, o Human Childs to the waters and the wild, for the world´s more full of weeping than you can understand”. Sinceramente una canción llena de matices y para escucharla una y otra vez.

The Lark in the Clear Air.

            El primer tema instrumental de Loreena McKennitt nos demuestra su maestría con un instrumento tan difícil como es el arpa. Es la música perfecta para un momento de relax, para dejarse llevar por las ricas notas del arpa a otros mundos, quizá los mismos mundos mágicos a los que las hadas llevaron a los niños, o quizá, simplemente, como su nombre indica, nos sugiere la figura de una alondra volando en el aire, quizá al amanecer, tras una larga noche que tiene ahora su final. O su principio.

Carrighfergus.

            El título de la canción es la “deformación” del nombre de un lugar, Carrickfergus, y de nuevo, Loreena McKennitt nos trae un tema típico irlandés que habla de la nostalgia por ese lugar en concreto, Carrickfergus, un lugar en el que el narrador ha pasado su infancia y ahora contempla a través de la distancia de los años. En esta ocasión, Loreena cede el protagonismo a otro artista, Cedric Smith, una voz clara, grave y masculina, que actúa como perfecto contrapunto al sutil acompañamiento que realiza Loreena, que se mantiene en un correcto segundo plano.

Kellswater.

            De nuevo, volvemos a una canción del folclore irlandés, y de nuevo, al tema del amor separado. En Kellswater, asistimos a cómo una doncella se enamora de un marinero, Willie, y por quien debe enfrentarse a su propio padre, que no acepta el amor entre su hija y dicho marinero. El amor de la doncella salva a Willie, y este, tras prometerse con ella, vuelve a la mar. Tristemente, nunca regresa para cumplir su promesa…

Banks of Claudy       

            Un nuevo tema tradicional, una nueva historia de amor. En este caso, Loreena habla por la voz de un hombre que llega a tierra, y se encuentra una doncella que suspira por su amor, Johnny. El hombre trata de convencerla de que Johnny la engaña, e incluso le dice que marchó en un barco y ha muerto en la costa de España. Pero convencido de la sinceridad del dolor de la joven, nuestro narrador revela que él mismo es Johnny, y que jamás se separará de nuevo de su amada. Uno de los temas más pausados del disco, y en el que la voz de Loreena tiene toda la importancia que se merece, acompañada tan solo por algunos toques de arpa.

Come by the Hills.

            Otro tema clásico, que da el contrapunto a la pausada Banks of Claudy, algo más rítmica, y que es todo un canto a la belleza y el atractivo de la tierra irlandesa, una descripción de un locus amenus convertida en pieza de arte por la voz de la artista canadiense.

Lullaby.

            El tema que cierra el disco, y el que probablemente más fuerza tenga, además de ser el primero en alejarse un poco del trasfondo celta, acudiendo más a cierto trasfondo teatral. Escuchamos los sonidos de truenos lejanos, y luego, la voz acariciante de Loreena, en una nana sin letra, que parece arroparnos, mantener lejos la tormenta. Pero el protagonismo de la canción es para Douglas Campbell, un conocido actor shakesperiano que recita con gran maestría un poema del inglés William Blake que habla de la guerra, de la destrucción y de cómo los nobles, los reyes y los obispos de la tierra observan estas tragedias sin intervenir. Todo un canto “revolucionario”, y todo un final épico para un disco que, como su propio nombre indica, es elemental.

2 comentarios:

Edward T. Knack dijo...

Sin lugar a dudas esta mujer es una de mis debilidades musicales. Espero con impaciencia tus próximas entregas (sobre todo en las que analices The Book of Secrets y An Ancient Muse).

Tomás Sendarrubias dijo...

Queda un poco todavía, de momento, la semana que viene, To Drive the Cold Winter Away.