Hoy vamos a hablar del que debería ser el cómic más importante del mes: el último número de Tres, la saga “estrella” de Jonathan Hickman en su etapa en Cuatro Fantásticos, al menos de momento (veamos que nos trae el proyecto de la Fundación Futuro y lo que plantea de ahora en adelante). Por supuesto, y aviso desde ya, de aquí en adelante es todo superSPOILER para todo aquel que no se haya leído el último número de Cuatro Fantásticos publicado por Panini, el número 46, que contiene el 587 de la edición americana, que allí fue editado dentro de una sombría bolsa de plástico negro, ya que en él, como todas las promociones indicaban, moría uno de los Cuatro Fantásticos iniciales.
Realmente, más que hablar de la saga Tres, me voy a centrar en comentar toda la etapa de Hickman al frente de los Cuatro Fantásticos, la Primera Familia del Universo Marvel, en la que ha estado acompañado por los dignísimos lápices de Steve Epting, todo uno de los clásicos del mundo del cómic, reivindicado por su trabajo en Capitán América y que ha continuado despuntando en sus números de los 4F. Tras su paso por Image y Virgin Comics, Marvel confió en Hickman para varias de sus series, y ninguna de ellas era moco de pavo… Guerreros Secretos. SHIELD. Los Cuatro Fantásticos. Ultimate Comics: Thor. Y la verdad es que Hickman ha estado a la altura. Al menos en las dos primeras… no estoy muy de acuerdo con su trabajo en 4F, y de eso voy a hablar precisamente.
Desde el inicio de la etapa de Hickman, hemos podido ver que este se dirigía hacia algún sitio en concreto. Eso nos quedaba muy claro a todos, que Hickman se dirigía hacia algo grande. Las vicisitudes de Neo-Mundo y el cadáver de Galactus, el Consejo de los Richards, la evolución de Valeria… Todo apuntaba a algo… grande. Y entonces, llegó la profecía de la guerra de las Cuatro Ciudades… y ahí todo se desmadró. Porque de pronto, y de forma muy poco sutil, aparecieron las Cuatro Ciudades. Y ya no es que las cosas encajaran poco a poco, es que las clavaban a martillazos. Desde luego que Hickman se dirigía a algún sitio, pero no iba a llegar de manera sutil. A partir de ahí, avanzaríamos hacia Tres a empellones. Las piezas no surgían y se colocaban. Caían del cielo y hacían temblar el suelo. Y así, llegamos a Tres, lo que se supone que es el principio del colofón de Hickman al frente de 4F y su transformación en FF… sea esto lo que sea. Con la misma sutilidad que Thor utiliza para luchar, Hickman separó a los Cuatro Fantásticos, les puso en posiciones delicadas, peligrosas, e incluso les hizo parecer débiles, desproveyendo por ejemplo a la Cosa de sus poderes. Así, Reed tiene que hacer frente a Galactus en Neomundo. Susan se encuentra en medio de un conflicto diplomático y armado entre diferentes grupos de Atlantes. Y Ben y Johnny se encuentran solos con los niños de la Fundación Futuro, incluyendo a Franklin y Valeria en el Edificio Baxter frente a un ataque procedente de la Zona Negativa, una nueva… sí, una nueva Oleada de Aniquilación. Y uno de ellos morirá.
Por supuesto, el elegido era Johnny. Obvio, porque desde hace mucho tiempo nadie parece saber cómo manejar a la Antorcha Humana, se había convertido en el pegote de los Cuatro Fantásticos. Reed es el listo, el personaje insustituible en el Universo Marvel (y que yo insisto, a mí me pone los pelos de punta). Ben el entrañable, la adorable Cosa de Ojos Azules. ¡Incluso ha ascendido a los Vengadores! Susan… en fin, alguien hace muchos años se dio cuenta de que la Mujer Invisible no era sólo una muñeca que fuera vapuleada e ignorada por su esposo, y se ha convertido con el tiempo en el personaje más llamativo de los Cuatro Fantásticos… y no hace mucho, Millar la mató en su “La Muerte de la Mujer Invisible”, sería redundante. Sólo quedaba el pobre Johnny. Atrapado en una especie de adolescencia continua junto a la niñez perpetua de Franklin, pero al que nadie se atrevía a llevar a las últimas consecuencias de elegir ese comportamiento para un personaje de la Primera Familia. Y el que no haya conocido a alguien que no sea como debería haber sido Johnny Storm… es que no ha vivido lo suficiente. Johnny se movía al filo de la navaja, entre el niñato con síndrome de Peter Pan que parecía ser y el joven entrañable al que ser miembro de la Primera Familia parecía condenarle. Johnny se convirtió con el paso de los años en la antorcha que no pudo arder con toda su intensidad.
Y ahora se ha convertido en una de las más previsibles bajas de Marvel. Y en una saga que, desde mi punto de vista, no le ha hecho justicia. Hay quien dice que Johnny no ha muerto, que no hay cadáver, que sólo es una desaparición. Yo creo que la mirada de la Cosa es lo suficientemente elocuente, Johnny muere despedazado por la Oleada Aniquiladora… Y es una muerte injusta, porque creo que un personaje con cincuenta años de historia, se merecía algo mejor. Mejor llevado, mejor construido. Simplemente, mejor. Y… bueno, me parece una muestra más de que a la hora de las bajas, de las muertes, siguen quedándose en lo fácil.
Así que… Johnny Storm… que allí donde estés, ardas de verdad, y que cuando vuelvas… porque lo harás, sea en manos de alguien que sepa convertirte en un personaje de peso.
Y que puedas convencer a tu hermana de que se divorcie de una puñetera vez de Richards, leches.
1 comentario:
yo pienso que no es una muerte justa pero al igual que spider man tampoco la de el fue justa haci que marvel la esta defecando feo
Publicar un comentario