Después de deshacerse de la amenaza de Tzimisce y Tremere en las cercanías de Ceoris, los jugadores regresaron a Tirgoviste, preguntándose en todo momento qué había pasado con Saulot, donde se encontraba el Antediluviano que había sido expulsado por Tzimisce del cuerpo de Tremere. En Tirgoviste, cuando llegaron a su vuelo privado, recibieron un mensaje de Calebros diciéndoles que los Heraldos de las Calaveras habían rechazado la petición de Pier Francesco de reunirse con ellos en Londres, pero estaban dispuestos a tener un encuentro con ellos bajo sus nuevas condiciones en Barranquillas, en Colombia. Hacia allí se dirigieron los personajes, deteniéndose en Veracruz, el dominio de Pier Francesco, en busca de la ayuda de su chiquillo y sus ghouls antes de dirigirse al dominio Sabbat de Colombia… Pero la ciudad estaba desierta, aunque llena de arañas de todo tipo, y unos tambores extraños parecían retumbar procedentes de la selva. Finalmente, decidieron abandonar Veracruz y enfrentarse con sus propios recursos a lo que les esperara en Barranquillas.
Allí, encontraron una ciudad sumida en lo que parecía el caos más absoluto. Las guerrillas se habían posicionado en diferentes grupos del Sabbat, y la Espada de Caín conducía la ciudad a una espiral de violencia y autodestrucción sin parangón. Los Heraldos de las Calaveras no tardaron en encontraros, y los llevaron ante su líder, Phagian. Anthos (y Mogg) le revelaron la profecía de Ankla Hotep sobre “un Cainita que se encontraba en una ciudad donde los vampiros devoraban a los vampiros”, y Phagian les contó que tal frase parecía cuadrar con Kaimakli, la ciudad donde siglos atrás, el Antediluviano Capadocius había decidido purgar a los suyos, encerrando a centenares de Capadocios bajo una ciudad subterránea en lo que llamarían “el Festín de la Locura”. Unos pocos habían conseguido escapar a las Tierras Sombrías, pero allí se habían perdido hasta hacía poco… cuando habían vuelto para convertirse en los Heraldos de las Calaveras. Un antiguo sello mágico cerraba Kaimakli: “Ningún hijo de Set podrá entrar; ningún hijo de Caín podrá salir”; pero Phagian les enseñó un ritual que les permitiría abandonar Kaimakli como lo habían hecho ellos: a través de la Tierra de las Sombras. Tras aprender y preparar el ritual, los personajes volaron hacia Turquía, y en la Capadocia, como Phagian les había enseñado, encontraron la entrada a Kaimakli. Mihail y Pier Francesco consiguieron desplazar la inmensa rueda de molino que sellaba la puerta, y entraron en la ciudad de la muerte. Allí, deambularon por los subterráneos durante ocho días, siguiendo huellas recientes, así como restos de los centenares de vampiros que habían muerto, devorados los unos por los otros, en el Festín de la Locura. Y allí, en el corazón de Kaimakli, encontraron a Augustus Giovanni, que trataba de llevar a cabo el Ritual de la Unción, el antiguo rito capaz de elevar a un Cainita a la Divinidad… Los personajes se enfrentaron a él, y el antediluviano Giovanni acabaría muriendo en manos de la Toreador Myrcella. Entonces, encontrarían al herido Nosferatu Okulos, compañero de Beckett, que llevaba algún tiempo en la ciudad. Sabedores de que tenían que salir de allí y necesitarían sangre, Pier Francesco no dudó en estacar a Okulos, del que se alimentarían Mihail y Myrcella en los días siguientes, hasta alcanzar de nuevo la salida. Allí, antes de realizar el ritual de Phagian, Anthos diablerizó a Okulos, adquiriendo parte de sus recuerdos… entre ellos los de un rito descubierto por el Nosferatu que les permitiría alzar “una ciudad perdida en las arenas del tiempo”. Mihail, Myrcella, Anthos y Pier Francesco realizaron el ritual, pero Anthos quedó atrapado en la Tierra de las Sombras, y sus compañeros tuvieron que utilizar un ghoul (ni hijo de Set, ni hijo de Caín) para que lo sacara que Kaimakli y su espíritu pudiera volver a su cuerpo.
Los personajes volvieron a Londres, para buscar pistas sobre esa “ciudad perdida”, recordando que las profecías de Ankla Hotep hablaban también de una ciudad desaparecida, y encontraron referencias a unas excavaciones cercanas a Tanis, en las desembocaduras del Nilo, que habían sido abandonadas en la Semana de las Revelaciones. Puesto que los cuentos de la Segunda Ciudad ubicaban esta en Egipto, hacia allí se dirigieron, acompañados por Hesha Ruhazde, el arqueólogo setita aliado con el Nephtali. En Egipto encontraron que docenas de Giovanni y Setitas ocupaban las ruinas, pero consiguieron que Hesha les engañara, alejándolos el tiempo suficiente para que Anthos pudiera realizar el ritual… y la Segunda Ciudad, la ciudad a la que los Antediluvianos se retiraron tras el Diluvio, se alzó ante ellos. Recorrieron la ciudad hasta encontrar un viejo templo, donde se alzaban las estatuas de 23 Antediluvianos, y una figura diferente que apuntaba el lugar de la Gehena: Ge ben Hinnon, cerca de Jerusalén. En una de las estatuas de un antediluviano innominado, encontraron un extraño poliedro de pórfido con grabados en enoquiano; y en la estatua que apuntaba a Gehena, un frasco de sangre antigua, de aspecto repulsivo.
Y en ese momento, los Setitas tomaron el templo. Los personajes se escondieron, Ofuscados por Anthos, y observaron como los Setitas de la Corte del Fuego, dirigidos por la Matusalén Neferu abrían un paso en el piso bajo hacia una gran cueva en cuyo centro había un relicario de aspecto milenario. Y mientras planificaban como conseguir detenerlos, Hesha atacó a Anthos, revelando su presencia al resto de los Setitas. No se trataba de Hesha, sino de Kemintiri, y estaba dispuesta a hacer pagar a los personajes la destrucción de su chiquilla Mnemach en París durante la Revolución Francesa. Los personajes fueron conducidos a la sala del relicario, donde pudieron asistir a cómo Neferu realizaba el ritual que devolvía a la vida al propio Set. Sin embargo, el monstruoso Cainita no consideró a su progenie digna de él, y destruyó a Neferu, y acto seguido al resto de los Setitas. Los personajes consiguieron escapar a la destrucción de los Seguidores de Set, que quedaron allí atrapados junto a su monstruoso Antediluviano. Huyeron de Egipto hacia Londres, donde dejaron el fragmento de pórfido en manos de especialistas del Nephtali, que consiguieron traducir una profecía que decía que la salvación de la Gehena estaba en manos de uno de los “Nietos” de Caín, al que llamaba el “Gentil”… o sea, Saulot. Pero Saulot había desaparecido, así que los personajes convocaron a Etrius, ya que los Tremere ya habían conseguido encontrarle siglos atrás. Y Etrius lo hizo de nuevo, localizó a Saulot en Australia, en un centro de investigaciones genéticas llamado “Virolax”. Los personajes volaron hacia Sydney, y se dirigieron a Virolax. El centro había sido abandonado, pero se trataba de un centro de clonación, y todo apuntaba a que los científicos habían conseguido clonar a un niño de seis años… que había estado en coma desde el principio. Las cintas de seguridad indicaban que un grupo de vampiros se había llevado al niño poco después de que los científicos abandonaran el centro.
Siguiendo la pista de estos vampiros, se dirigieron a Sydney, donde se presentaron ante el Príncipe, el Caitiff Sarrasine. Sarrasine dirigió a los personajes hacia un grupo de vampiros de sangre débil que se correspondían con la descripción de los que habían entrado en Virolax. Los personajes acudieron allí, y encontraron que los Sangre Débil se habían suicidado, y en la sala sólo quedaba un niño, confuso, asustado… y con un tercer ojo abierto en la frente. Habían encontrado a Saulot. Los personajes decidieron volver a Londres, pero Anthos decidió regresar al refugio de Sarrasine, acabando con la vida del Príncipe, ya que Sarrasine era realmente un Seguidor de Set, el chiquillo de Khay´tall, que había acabado con la No-Vida de su Sire durante la caída de Constantinopla…y cuyo corazón Anthos había consumido un siglo atrás
Mihail, Myrcella, Anthos, Pier Francesco y el reencarnado Saulot salieron de Australia… y en ese momento, Lasombra se alzó, revelando que no había muerto, y ocultó el sol. En Londres, Pieterzoon convocó una reunión oficial del Nephtali, a donde acudieron todos sus miembros, para tratar de encontrar solución a lo que había ocurrido. Y en ese momento, fueron atacados por la Mano Negra. Izhim Abd´Azrael mató a Pieterzoon, mientras que Aajav-Khan atacó a los personajes, ya que tenía un interés personal en varios de ellos: en el interior del Gangrel latía la esencia de Alexander, el antiguo Príncipe de París que había sido diablerizado por Aajav-Khan cuando aún se hacía llamar Qarakh… y al que ellos habían traicionado. Aajav-Khan/Alexander consiguió empalar o reducir al letargo a los personajes… y despertaron en la ciudad de Gehena. Allí, los antiguos se habían reunido para honrar a los Antediluvianos, construyendo una ciudad al pie de Jerusalén, desde la que los Antediluvianos reinarían durante mil años. Los personajes fueron conducidos (junto al niño Saulot, que llevaba en sus brazos a Mogg, en cuyo interior Anthos había escondido el frasco de sangre encontrado en la Segunda Ciudad). Allí, fueron expuestos ante Set, Malkav, Lasombra, Arikel (Toreador), Ennoia (Gangrel) y Absimiliard (Nosferatu). Set reconoció a Saulot en el niño, e interrogó a los personajes sobre por qué lo habían custodiado. Insatisfecho con las respuestos, Set descubrió el frasco que Saulot ocultaba, y le obligó a beberlo. Y en ese momento, el tercer ojo de Saulot se iluminó… y Set tuvo que retroceder. Un trono de mármol negro apareció, provocando el terror en los Antediluvianos, pues era el trono de Caín, pero Saulot afirmó que el Padre había muerto. Un ángel descendió de los cielos, y apoyado por Anthos, Saulot aceptó convertirse en el Redentor de los pecados de su estirpe. El trono estalló, ardiendo de luz solar, y reduciendo a cenizas a los Antediluvianos, haciendo desaparecer a Saulot, e hiriendo gravemente a Myrcella y Pier Francesco. Los vampiros del valle enloquecieron, mientras en ese momento, la oscuridad de Lasombra desapareció, y el Sol apareció sobre los Cainitas de Gehena. Mihail y Anthos consiguieron esconderse bajo el escenario, pero era demasiado tarde para Myrcella y Pier Francesco, que murieron antes de conseguirlo.
La Gehena llegó a su fin con el sacrifico de Saulot, pero no así el Marchitar de la Sangre. Los rumores decían que muchos vampiros habían muerto. Algunos, muy pocos, se volvían humanos.
En las ruinas de Kastroniké, Mihail descubría que una vida nueva parecía latir en su interior… ¿Y si Tzimisce…?
FIN
2 comentarios:
¡Un espectacular final para una no menos grandiosa crónica!
Como dije ayer, he disfrutado como un niño ;)
"Mogg, es hora de escondernos nuevamente entre los humanos. Al menos hasta que el hijo de Mihail camine entre nosotros. Entonces, volveremos al juego..."
"Sí, sí... escondámonos... que cuando "nazca" el hijo de Mihail, probablemente nos haga paté..."
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