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viernes, 22 de marzo de 2013

LOS VIERNES DE MARCO: DUNE, DE DAVID LYNCH


No debo tener miedo, el temor mata a la mente…


Dune, la pequeña gran joya de David Lynch. Película de culto.

            … pero Lynch tiene una mente privilegiada. Y Herbert ni te digo. Así que, ¿qué ocurriría si juntásemos ambas? La respuesta es fácil: Dune. Si, la novela de Frank Herbert (Tommy ya ha hablado de ella) que fue llevada al cine por Dino de Laurentiis. Y el elegido para dirigirla fue ni más ni menos que David Lynch. Y es que el productor quedó prendadísimo con “El hombre elefante” (Lynch, 1980) y contrató al onírico cineasta. Si hubiese visto “Eraserhead” (Lynch, 1977) seguramente ni se lo hubiese planteado… Además, no deja de ser curioso, ya que se dice que Lynch rechazó dirigir “El Retorno Del Jedi” (Richard Marquand, 1983) pero aceptó Dune (1984). A mí, personalmente, me parece normal. Dune da mucho más juego para este tipo de director de sueños y pesadillas. Creo que se le dan mejor los Fremen que los Ewoks. Y no voy a entrar en de qué va la película porque ya Tomás se ha encargado de eso hablando del libro. Así que voy a ir por libre…
            Se puede decir, sin temor a equivocarnos, que Dune fue un pequeño fracaso. Pero a su vez afirmo que es una pequeña joya dentro de esto que hacemos llamar cine. Ni que decir tiene que es una película de culto y que tiene muchos seguidores, entre los que me incluyo. Y es que Dune hay que vivirla. Quizás sea lenta al principio y precipitada al final, pero también tiene su lógica.


El Agente Cooper y Sting, bailándose unas sevillanas. El Profesor Xavier, al fondo.

            Y la lógica no es otra que la enorme obra de Herbert. Lynch consigue en poco más de dos horas sumergirnos en el universo de Dune. Y eso que se dice que rodó para una película de ocho horas. De hecho, hay una versión alternativa con una hora más, pero el propio Lynch se negó a ponerse en los títulos de crédito. En su lugar está el archiconocido Alan Smithee. Y es que Lynch odia Dune. Cuenta en una de sus entrevistas que siempre deseaba que el chófer que le llevaba al plató se equivocase de calle y no llegar al estudio.
            Pero volviendo a la película, a mí me parece de una belleza (ochentera) visual increíble. Y la BSO me parece bestial. Que si, que a lo mejor unas guitarras eléctricas no pegan… ¡pero peor es lo de Lady Halcón, coñe! Además, la película cuenta con algunas de las viejas figuras de aquel entonces (Max Von Sydow, José Ferrer, Linda Hunt, Jurgen Prochnow, Patrick Stewart), la estrella femenina emergente que se quedó en nada (Sean Young e incluso Virginia Madsen), la estrella del rock de aquel entonces (Sting, utilizando el mismo peinado que en sus conciertos) y un mito de la interpretación italiana (Silvana Mangano). Y debutando tenemos a Kyle MacLachlan, más conocido como el agente Cooper de Twin Peaks. También saldría en la siguiente película del director, Terciopelo Azul (1986), convirtiéndose en el actor fetiche de Lynch.
            Comentar como anécdota que Dune iba a ser llevada a la pantalla antes por Alejandro Jodorowsky e iba a ser interpretada, entre otros, por Dalí y Mick Jagger (Dalí iba a ser el Padisha Emperador y su trono iba a tener forma de… ¡inodoro! ¡Un trono de andar por casa, si!). Al menos la estrella del rock se mantiene en la de Lynch…

La Decidora de Verdades y el Padishah Emperador.

            Al principio la película es lenta. Muy lenta. Pero cuando Paul y Lady Jessica se escapan de la trampa de Piter de Vries (fenomenal Brad Dourif, aka Grima, lengua de serpiente) la película va aceleradísima hasta su final. Un día leí una frase que me encantó y decía que “Dune parecía un tráiler… eso sí, un tráiler genial”. Y estoy totalmente de acuerdo. Quien no haya leído el libro de Herbert se puede perder un poco en la trama, pero para los que lo hemos leído es una auténtica gozada. Los decorados son geniales y los efectos especiales… ¡malotes pero hecho a propósito por Lynch! Con semejante presupuesto podía aspirar a algo más, pero ya sabéis como son los genios… ¿verdad?
            Y poco más que contar. Es una película que hay que ver sí o sí. Yo la he visto muuuuchas veces. Todos los veranos la echaban por la tele. Y ahora hay una versión más larga que quiero paladear cuando tenga un poco de tiempo. Porque si algo se nota en la película, es que hay tijeretazo por todos lados… Quien haya leído el libro sabrá de qué hablo, sobre todo cuando vea a los dos niños aparecer y desaparecer sin que pinten nada aparentemente.
            Para terminar, os quería contar que vi un libro que se llama “1001 películas que ver antes de morir”. Están colocadas cronológicamente. Fui a 1982 y estaba “Blade Runner”. Bien. Pero fui a 1984 y no estaba “Dune”. ¡Maaaal! Fue suficiente para no comprármelo. Además, tampoco te recomendaba Viernes 13, así que… ¡mal libro! ¡Lo sé, soy un poco talibán! Pero es que la peli es genial.
            ¿Y cómo puede ser así? ¡Porque es el Kwisatz Haderach!
            ¡¡Felices Pesadillas!!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Añadir algo de color a la entrada.
Creo que esa sensación de velocidad a partir de cierto punto de la película es que el metraje original de la misma era de 8 horas. En un esfuerzo, Lynch la dejó para los cines en una peli de 5 horas y el productor le obligó a dejarla finalmente en poco más de 2 horas.

Tomás Sendarrubias dijo...

Una peli más que curiosa, y me gustó mucho verla después de leer el libro. Evidentemente es un película hija de un tiempo y de un director muy particular, pero como dice Marco, un gran reparto, un gran guión y un gran intento de llevar a la gran pantalla una historia inconmensurable. ¡Felicidades por el post, Marco!