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lunes, 29 de diciembre de 2014

LA MÚSICA DEL SILENCIO

Mientras esperamos a que Patrick Rothfuss se decida a terminar de corregir o reescribir el tercer y (de momento) último volumen de la Saga de Kvothe, después de El Nombre del Viento y El Temor de un Hombre Sabio; a modo de anticipo o distracción, nos llega una nueva novela, ambientada en el mismo mundo en el que Rothfuss desarrolla las tramas de la Saga de Kvothe, pero cuya relación con la historia principal es puramente tangencial.



Se trata de La Música del Silencio, y en él, Rothfuss se aleja del aire épico de los libros anteriores para contar una historia intimista, con cierto toque de poesía y delirio, para lo que acude a uno de los personajes más entrañables de La Saga de Kvothe, Auri, la muchacha que vive en la Subrealidad, como llama ella a los lugares abandonados y no habitados de la Universidad, y de la que Kvothe se hace amigo en los libros anteriores. Y si hay que destacarle algo a Rothfuss en este libro es precisamente la elección del personaje, ya que Auri es uno de los que más cariño despiertan en las tramas de Kvothe. La muchacha, con su toque de locura y sabiduría, la vagabunda mística casi arquetípica. 

En La Música del Silencio, un libro más bien cortito, Rothfuss se centra mucho en desarrollar el personaje de Auri, situando el cuento en un momento en el que Auri está esperando a Kvothe y prepara los regalos que quiere entregarle. Conocemos su forma de pensar, sus manías y pequeños desequilibrios (la idea de personalizar las cosas)... 

Pero lo malo, es que no ocurre nada más. El cuento se centra en detallar a Auri... y ya. No hay un drama o tensión más allá de las propias paranoias de Auri en determinados lugares de la Subrealidad donde las piedras la miran mal, o la tensión que le genera a Auri el no encontrar los regalos para Kvothe a tiempo. Desde mi punto de vista, no es que el libro sea corto (que lo es), es que no cuenta nada interesante, y las pocas páginas que tiene en algún momento llegan a hacerse pesadas. A lo mejor es falta de espíritu poético por mi parte, pero reconozco que en algunos momentos me dio la impresión de que Auri necesitaba medicación. 

En fin, habrá que seguir esperando... 

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