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jueves, 27 de diciembre de 2018

LA TUMBA DE LA ANIQUILACIÓN 9

Después de escuchar los sabios consejos de la naga Saja N'baza, los aventureros decidieron explorar la antigua ciudad de Mbala y averiguar la verdad sobre la supuesta bruja que vivía en aquel lugar a la que llamaban Yaya Pu'pu. Guiados por Azaka y Jade, alcanzaron la base de la gran meseta sobre la que se alzaba Mbala, ascendiendo por un estrecho camino hasta llegar a las antiguas puertas de la ciudad, destrozadas por el paso del tiempo, y alrededor de cuyos se restos se encontraban montones de calaveras blanqueadas por el sol en las que Leodithas encontró rastros de mordeduras. Entre las ruinas de lo que había sido Mbala, una población de chozas de madera y paja que se habían venido abajo, solo una cabaña continuaba en pie, y alrededor de ella trabajaba una anciana de incontables años, doblada por la artritis y cegada por las cataratas, a la que Kellek se dirigió, y que se identificó efectivamente como aquella a la que los aldeanos llamaban Yaya Pu'pu. No parecía haber ninguna amenaza en la mujer, aunque sus argumentos no terminaban de convencer a Kellek y Jade. Según Yaya Pu'pu, el fin de la aldea había venido por los ataques de un nido de hombres pterodáctilo que habían devorado a sus vecinos, apartándola a ella quizá porque su carne debía ser demasiado correosa. De cualquier modo, Yaya Pu'pu no disimulaba su condición de sacerdotisa de Myrkul, y se ofreció a los aventureros para realizar si se lo solicitaban el Ritual de la Vida Robada, que les permitiría alzar a un muerto viviente que mantendría sus recuerdos y sus habilidades, aunque continuaría siendo un muerto viviente. El precio era alto, pues requeriría de una gema de considerable valor y de una vida, que se sacrificaría a Myrkul a cambio de la que se iba a recuperar. Después de una magra cena, los aventureros decidieron pasar la noche acampados junto a la choza de Yaya Pu'pu, y durante la segunda guardia, realizada por Leodithas y Turión, este se coló en la choza de la anciana... Y entonces, las cosas estallaron. 

Leodithas fue atacado por una bandada de monos voladores, mientras un gólem de carne se alzaba de la tierra, hiriendo de gravedad a Tyrael, y dentro de la choza, Turión era atacado por Yaya Pu'pu, que reveló ser en realidad una peligrosa y carnívora saga cetrina. Después de que Kellek pudiera recuperar a Tyrael, el sacerdote y el mago utilizaron todos los hechizos de fuego a su disposición para tratar de hacer frente al gólem, ya que el fuego parecía hacerle más daño que las armas, mientras Turión y Jade hacían frente a la saga, y Leodithas y Joehr se enfrentaban a los molestos monos voladores. Aunque todos sufrieron cuantiosas heridas, finalmente consiguieron acabar con las tres amenazas, liberándose así de ser la siguiente comida de la saga Yaya Pu'pu, y encontrando además Tyrael su tesoro en el interior de un pozo, consiguiendo Jade rescatarlo. 



Después de descansar esa noche entre las ruinas de Mbala, los aventureros decidieron volver al norte, a Puerto Nyanzaru, donde podrían descansar, reponer sus provisiones y probablemente cambiar de guía, pues consideraban que aún eran demasiado débiles para recuperar la Orquídea Negra de Nangalore y buscar Omu. Se dirigieron de nuevo al río Soshenstar, siguiendo su cauce hacia el norte, y Joehr les persuadió de que hicieran una parada en un lugar marcado en mapa de Syndra Silvane como "Campamento Venganza". Lo encontraron sin problemas, pues estaba justo en la orilla izquierda del Soshenstar, y resultó ser poco más que una empalizada y un puñado de tiendas construido sobre una tierra húmeda. Sin embargo, la visita no resultó como esperaban. El Campamento Venganza pertenecía a una orden de caballería llamada La Orden del Guantelete, la misma a la que había pertenecido el ahora abandonado Campamento Justicia que habían encontrado semanas antes, y cuyo compromiso era acabar con todos los muertos vivientes. Campamento Venganza estaba bajo la supervisión del comandante Niles Breakbone, que resultó ser un fanático apenas controlado por sus dos capitanes, y que reclutó a la fuerza a los aventureros para unirlos a sus hombres durante dos semanas. Sólo la intervención de Kellek y Leodithas impidió que Joehr y Breakbone convirtieran aquello en un baño de sangre, y finalmente, divididos por parejas, los aventureros prestaron el servicio requerido por la Orden, aunque a su finalización, se apresuraron a abandonar el Campamento Venganza, de vuelta hacia Puerto Nyanzaru, donde finalmente decidieron buscar a un nuevo guía, en enano albino Musharib, al que seguirían para recuperar las viejas minas enanas de Hrakhamar, esperando encontrar allí tesoros y armas que les ayudaran a hacer frente a Ras Nsi... 

jueves, 20 de diciembre de 2018

LA TUMBA DE LA ANIQUILACIÓN 8

Después de su conversación con Asharra en Kir Sabal y mientras aún meditaban sobre la legitimidad de Mwaxanaré a un supuesto trono chultano, los aventureros decidieron poner rumbo finalmente a Orolunga, donde buscarían el consejo de la naga Saja N'baza antes de adentrarse en Nangalore en busca de la orquídea negra que Asharra necesitaba para realizar para ellos el ritual de los Siete Vientos. Guiados por Azaka Stormfang se dirigieron hacia el oeste, hacia las ruinas de Orolunga. 

El camino fue relativamente tranquilo, pero aproximadamente a mitad de camino de las ruinas, cuando comenzaban a adentrarse en los pantanos que formaban la Costa Aldani y el nacimiento del río Soshenstar, Leodithas atisbó en la distancia algo extraño que volaba estático en poniente a unos treinta metros de altura. Desviándose de su camino ligeramente para ver de qué se trataba, dos días después se encontraban con una pedazo de tierra coronado por un árbol petrificado que volaba y giraba lentamente sobre sí mismo, con una vaga forma de corazón y en la que Jade y Kellek distinguieron a una mujer a la que llamaron, y que les contestó en elfo, invitándoles a acercarse. La mujer convocó un portal que les llevó hasta su refugio, y se presentó a ellos como la erudita maga  elfa Valindra Shadowmantle, y aquel lugar era su refugio, el llamado Corazón de Ubtao. A través de una extraña conversación que se movía entre la mediación de Kellek, la desconfianza de Joehr y la curiosidad de Leodithas, averiguaron que Valindra, al igual que ellos, buscaba el Almero que provocaba la Maldición de la Muerte, y para ello estaba aliada con los Magos Rojos de Thay, con los que los aventureros ya habían tenido algún encuentro en las junglas cercanas a Fuerte Beluarian. Al igual que Asharra, Valindra sospechaba que el Almero se encontraba en la ciudad perdida de Omu, aunque no podía afirmarlo, comprometiéndose a recompensar a los aventureros con largueza si obtenían más información para ella. Sin embargo, antes de continuar las negociaciones, Leodithas utilizó sus habilidades para detectar el mal a su alrededor, descubriendo que Valindra no era lo que parecía, sino que se trataba de una criatura no muerta, y que había más muertos vivientes en el interior del Corazón de Ubtao. Percibiendo la inquietud de Leodithas, Jade, Kellek y Joehr comenzaron a insistir en que debían abandonar el lugar, alejándose del Corazón de Ubtao en buenos términos con Valindra... al menos de momento. 



Mientras continuaban hacia Orolunga, en los pantanos de la Cuenca Aldani, además de descubrir que los rumores sobre la maldición lanzada por Ubtao a los antiguos habitantes de la región eran ciertos y que estos se habían convertido en unas extrañas criaturas con apariencia de gigantescas langostas, tuvieron un tenso encuentro con un zhentarim y sus acompañantes, que andaban buscando a Artus Cimber y su acompañante, Dragonbait, para recuperar un anillo que según ellos les había robado. Joehr y Kellek no pudieron evitar reparar en que el clérigo zhentarim, un sacerdote de Cyric, tenía como compañera una serpiente alada, como aquellas que habían visto en la mansión de Ifan Talro'a en Puerto Nyanzaru. 

Finalmente, y tras cruzar el río Tarth, dieron con el milenario zigurat que constituía lo único que quedaba en pie de la antigua ciudad de Orolunga, intentando alcanzar la cima, pero encontrándose con serios problemas, pues las espinas de las plantas que dominaban el primer tramo de escaleras parecían capaces de penetrar en sus más gruesas armaduras, hasta el punto de que Leodithas resultó seriamente herido, antes de que él y Kellek vieran un chwinga entre ellos con una máscara de triceratop y empuñando una orquídea de pétalos naranjas y morados con la que golpeaba las espinas, que se apartaban a su paso. Descendiendo de las escaleras y tras una corta búsqueda, Joehr consiguió dar con cuatro orquídeas, ya que Azaka permanecería de guardia a los pies de la escalera, e imitando al chwanga, consiguieron ascender hasta el segundo tramo de escaleras, que se desmoronaban bajo sus pies. Un nuevo chwanga con una máscara de camaleón empuñó una pluma roja de loro con la que subió ligero por las escaleras, y tras encontrar un puñado de plumas, los aventureros lo imitaron, consiguiendo llegar hasta el segundo rellano. El último tramo de escaleras era más peligroso, pues estaba plagado de serpientes, pero observando, encontraron a un chwinga que realizaba un extraño ritual, golpeando a las serpientes con la orquídea, acariciándolas con la pluma y tumbándose después para permitir que una de las serpientes les entrara por la boca. Jade y Kellek sufrieron heridas al no conseguir tragarse bien las serpientes, pero Joehr y Leodithas lo consiguieron en el primer intento, seguidos poco después por sus compañeros, y finalmente, juntos, entraron en el zigurat de Orolunga.

Tras un largo viaje se encontraban ante Saja N'baza, una naga guardiana que aceptó responder a sus preguntas. Así, los aventureros por fin averiguaron el paradero aproximado de la ciudad de Omu, y que esta se encontraba dominada por los Yuan-ti del hechicero Ras Nsi, un antiguo conquistador que había intentado tomar Chult, alzando ejércitos de muertos vivientes y que había sido expulsado por Ubtao antes de abandonar a sus seguidores a los dioses embaucadores. Tras la marcha de Ubtao, Ras Nsi había vuelto a Omu, y desde allí organizaba sus planes para destruir el mundo y sumirlo en la oscuridad, para lo que según Saja N'baza, se podrían estar utilizando todas las almas que la maldición de la muerte estaba encerrando en el Almero, aunque la saga sospechaba de que debía haber un poder aún mayor tras Ras Nsi. La naga prometió su ayuda a los aventureros si se comprometían a acabar con Ras Nsi, y así, les entregó diversos dones: el don del Héroe para Joehr, el don del Luchador para Leodithas, el don del Restablecimiento para Kellek y el don de la Visión para Jade...


jueves, 13 de diciembre de 2018

LA TUMBA DE LA ANIQUILACIÓN 7

Después de pasar el día resguardados en la jungla que rodeaba el Dedo de Fuego y viendo los hombres pterodáctilo que volaban continuamente alrededor de la cúspide de la torre, cuando cayó la noche los aventureros decidieron finalmente lanzarse al asalto. Turión, el pícaro elfo, fue el primero en acercarse a la torre, abandonando la protección de los árboles y encontrando en su camino al menos tres cadáveres, todos ellos al parecer arrojados desde una gran altura, con los miembros rotos y el pecho aplastado. Había unas escaleras de cuerda y madera resquebrajadas que subían hasta una cueva a unos sesenta pies de altura, y Turión inició la subida, seguido de Jade, Leodithas, Kellek y Azaka Stormfang. Con Turión y Jade guiando al grupo, se adentraron en la cueva, que resultó ser una horadación natural, con un pozo amplio pozo que caía quince pies y donde fueron atacados por una tarántula gigante, que dejó malherido a Turión, aunque consiguieron acabar con ella y poder continuar, encontrando una chimenea que ascendía hacia un segundo nivel de la torre. 

Se trataba también de una serie de cuevas naturales, pero en ellas había hecho nido un enjambre de estirges (criaturas a medio camino entre mosquitos y murciélagos) que se vieron violentadas por la luz de la antorcha de Jade, atacando a los aventureros y poniéndoles en aprietos, hasta el punto de que cuando consiguieron acabar con el enjambre y registrar los restos de un antiguo cadáver cuya sangre había sido completamente drenada por las estirges, decidieron hacer un descanso en aquella cueva, antes de salir al exterior de nuevo y alcanzar una nueva escalera de cuerda y madera que, a través de una estrecha escalera, subía al tercer nivel. Siguieron ascendiendo al tercer nivel (con algunos problemas para subir, debido al estado de las escaleras), donde se encontraron con un grupo de ancianos hombres pterodáctilo que custodiaban a un prisionero aaracokra (un hombre águila) y que no tardaron en ser abatidos por los aventureros, que les pillaron por sorpresa. Liberaron al aaracokra, que se presentó como Nephyr y que agradeció a los héroes que le hubieran liberado. Según les contó, venía de la ciudad templo de Kir Sabal, el protectorado de la sabia Asharra, y había sido emboscado por los hombres pterodáctilo, que le habían llevado prisionero al Dedo de Fuego. Nephyr invitó a los aventureros a visitar Kir Sabal para que Asharra pudiera realizar para ellos la poderosa Danza de los Siete Vientos, que les permitiría volar durante algún tiempo. Dejaron a Nephyr descansando y ascendieron por una nueva chimenea hasta la cúspide. Turión y Jade llegaron sin problemas, encontrando los restos de una vieja atalaya iluminada por fuego mágico y que servía de refugio a una bandada de hombres pterodáctilo. Kellek tuvo algunos problemas para subir, lo que retrasó a Leodithas y Azaka, y mientras se preparaban para emboscar a los pterodáctilos, Jade cometió un error, revelando su posición, aunque Turión consiguió ocultarse. Con la llegada de Azaka (que reveló que se trataba de una mujer tigre), Leodithas y Kellek, los aventureros se enfrentaron a los pterodáctilos, y aunque sufrieron heridas serias y Jade estuvo a punto de caer, consiguieron vencer a las criaturas que habían tomado la torre. Azaka se apresuró a tratar de recuperar la máscara que iban a buscar, aunque Kellek se aseguró antes de que con ella, la mujer no iba a suponer ninguna amenaza para ellos. Finalmente, descansaron el Dedo de Fuego hasta el amanecer, cuando desde la altura de aquella torre, pudieron ver en la amplia distancia las cadenas montañosas que bordeaban la península y los valles de su corazón, donde se encontraban los nacimientos de los ríos cuyos cursos habían navegado para adentrarse en la jungla. 



Tras una breve deliberación (Azaka se había ofrecido a llevarles a Orolunga para hablar con una sabia naga, Saja N'baza, y en su camino se encontraba la aldea de Mbala, dominada por la bruja Yaya Pu'pu; pero ahora tenían Kir Sabal como alternativa), finalmente decidieron visitar primero el templo de los aaracokra, que se situaba más cerca que el refugio de la naga, a pocos días de viaja cruzando el río Olung. El camino resultó relativamente seguro, con sólo algunos encontronazos con arañas y velocirraptores, y tras algunos días de viaje, encontraron Kir Sabal, construido en las paredes de una alta meseta y donde fueron recibidos por los hombres águila con agradecimiento por haber salvado a Nephyr. Tras un complicado ascenso de varias horas, Nephyr se convirtió en su guía, llevándoles al templo de Ubtao, donde Asharra se reuniría con ellos. En el camino, Nephyr les contó que en Kir Sabal residían los legítimos reyes de Chult, la princesa Mwaxanaré y el pequeño príncipe Na, lo que sorprendió a los aventureros, ya que era la primera vez que escuchaban hablar de esa familia real. Posteriormente, en la reunión con Asharra, donde conocieron a la princesa de diecisiete años y el príncipe de seis, tuvieron más detalles de lo ocurrido. La familia de los príncipes habían regido Chult desde la ciudad de Omu, en el corazón de la selva, hasta que fueron expulsados de allí por la aparición de un poderoso mal que había llegado después del abandono de Ubtao y la aparición de los llamados Dioses Embaucadores. Toda su familia había muerto, y en Kir Sabal se había custodiado el linaje real. Cuando le contaron a Asharra que habían llegado a Chult buscando el origen de la maldición de la muerte, la aarakocra sugirió que quizá el origen de ese mal se encontrase precisamente en la antigua capital, Omu. Asharra se ofreció a ayudar a los aventureros a encontrar Omu si ese era su objetivo, realizando para ellos la Danza de los Siete Vientos, que les permitiría volar durante tres días, pero para ello, necesitaba una orquídea negra que solo podía conseguirse en los jardines de Nangalore, a donde sus hombres no se acercaban, pues estaban dominados por los maléficos e inteligentes eblis, una especie de grullas malignas... 

jueves, 6 de diciembre de 2018

LA TUMBA DE LA ANIQUILACIÓN 6

Después de un viaje de tres días en barco hacia el sur de la península de Chult desde Fuerte Beluarian, los aventureros comenzaron a acercarse a la Bahía de Shilku, y según se acercaban, Tyrael fue el primero en divisar una nube de pesado aspecto situada sobre la bahía. Según se fueron acercando se dieron cuenta de que se trataba de una nube de cenizas en suspensión, y al entrar en la bahía vieron que los volcanes que rodeaban las ruinas de la antigua aldea de Shilku habían entrado en erupción (aún seguían vomitando fuego, lava y cenizas), arrasando toda la bahía y el fuerte a medio construir que el Puño Ardiente estaba construyendo. Pusieron rumbo a la playa, acercándose para comprobar si había algún superviviente, pero fueron atacados por dos peligrosas serpientes de fuego a las que consiguieron anular antes de que prendieran fuego al barco. Temiendo encontrar Salamandras y otras criaturas de fuego en el entorno, y después de que que Kellek y Tyrael se convencieran de que era imposible que nadie hubiera sobrevivido a aquella tormenta de fuego, decidieron volver a Fuerte Beluarian para comunicarle a Lyara Portir lo ocurrido. 

Cuando llegaron al Fuerte, la comandante les recibió con cierta decepción ante las noticias. Lyara Portir entregó a los aventureros sus recompensas (varias pociones de curación y un pergamino de restablecimiento), y la castellana Grutta Harlsdottir les ofreció una recompensa por ayudarles a liberar las selvas chultanas de muertos vivientes. Los aventureros decidieron que era el momento de volver a Puerto Nyanzaru para buscar nuevos rumores, aunque el camino de vuelta estuvo lleno de peligros, como el ataque de un grupo de arañas gigantes que hirió de gravedad al clérigo Kellek de Lathander, salvado por el ataque del dracónido Joehr al grito de "¡NO TOQUES A MI LÍDER!". También tuvieron varios encuentros con los mágicos chwinga, y un tenso encuentro con un grupo liderado por un Mago Rojo de Thay que parecía dirigirse a algún punto del interior de las junglas. 



De vuelta en Puerto Nyanzaru, los aventureros apenas se dieron el tiempo suficiente para escuchar algunos rumores que les advirtieron sobre la niebla azul que transmitía la Fiebre de la Locura y sobre una antigua ciudad construida por los minotauros y ahora poblada por los hombres serpiente que parecía esconder antiguos horrores en pleno corazón de la selva. Después de adquirir provisiones y despedirse de Qawasha y Kupalué, decidieron acudir a una nueva guía, la exploradora Azaka Stormfang, que se ofreció a llevarles ante la sabia naga que Orolunga a cambio de que la ayudaran a recuperar una ancestral máscara de su familia de manos de los hombres pterodáctico del Dedo de Fuego. Los aventureros tomaron sus canoas y, junto a Akaya, comenzaron a descender por el río Tiryki, muy cerca del cual se encontraba el Dedo de Fuego. Aprovecharon la presencia del río para avanzar con cierta velocidad hacia el interior de Chult, aunque eso no les libró del ataque de un cocodrilo gigante y otras criaturas. Finalmente abandonaron la cuenca del Tiryki para adentrarse en la jungla, pues ya podían ver incluso desde la distancia el promontorio del Dedo de Fuego, una columna de roca natural que se alzaba cien metros por encima del suelo, coronada por una gran hoguera... y la siluetas a su alrededor de los hombres pterodáctico. 

Siguiendo los consejos de Azaka, decidieron esperar a la noche para asaltar el promontorio...