Decidido a averiguar quien más le había traicionado, Alexander convocó a Mihail y a Pier Francesco a su tienda, exigiéndoles saber si ellos habían conocido la existencia de los Telyavelicos. Haciendo uso de su fuerza de voluntad, Pier Francesco consiguió esconder a Alexander la verdad, y finalmente, consiguieron que el antiguo príncipe de París dejara a Raquel en sus manos para sacarle cualquier información que pudiera tener. Una vez solos, Pier Francesco y Mihail liberaron a Raquel, y se apresuraron a salvar la no-vida de su aliada. Utilizaron para ello a uno de los ghouls de
la Cruz Negra, al que Raquel Abrazó, Mihail manipuló su carne y sus huesos para hacerle idéntico a
la Tremere, y Pier Francesco Dominó para manipular sus recuerdos y darle los de
la Tremere. Y acto seguido, Mihail modificó el cuerpo de Raquel, convirtiéndola en uno más de los Caballeros de
la Cruz Negra, para que pasara desapercibido ante los ojos de Alexander. Confesando después al antiguo príncipe que no habían conseguido nada, la falsa Raquel fue entregada a lors Istvan Arpad, el torturador de Alexander.
Mientras, en el campamento de Qarakh, Malachite, Antoine y Anthos fueron presentados al consejo de Qarakh y a todos los guerreros procedentes de diferentes tierras paganas en conflicto con
la Cruz Negra, como Prusia o Finlandia. El guerrero godo Arnulf, miembro de la tribu de Qarakh no estaba de acuerdo con la presencia de los extranjeros occidentales allí, y a punto estuvo de enfrentarse con el propio Qarakh, aunque finalmente este mantuvo su palabra y aseguró la seguridad de los “embajadores” en su tribu, sobre todo después de que Anthos le asegurara que le ayudarían a derrotar a Alexander. Alessandro, el segundo al mando de Qarakh, les contó la historia del Gangrel, de cómo había sido Abrazado por su Sire Aajav sin el permiso de los Anda (una línea de los Gangrel que se mueve entre los mongoles), y como juntos se habían enfrentado a los Anda, y como finalmente Aajav había sido herido por un guerrero de los Diez Mil Demonios (vampiros orientales) y ahora yacía en letargo en una cercana colina.
Pero esa misma historia, el traidor Rikard se la había contado a Alexander, que mientras se preparaba para atacar a Qarakh, envió a Pier Francesco, Mihail y Bruno (la nueva personalidad de Raquel bar Seraph) a conseguir el cuerpo de Aajav, lo que le daría poder sobre Qarakh.
La batalla se desarrolló en una pradera, y desde el primer momento, los Telyavelicos demostraron que serían la gran baza en la manga de Qarakh, utilizando sus poderes para neutralizar a la caballería de los Caballeros Teutónicos, aunque muchos miembros de la tribu de Qarakh y de sus aliados morirían en el posterior enfrentamiento. Mientras, Pier Francesco, Bruno y Mihail trataban de despertar a Aajav, esperando que este pudiera ayudar a su chiquillo a derrotar a Alexander, pero las heridas causadas eran extrañas y no se cerraban, así que ni siguiera la sangre que le dieron sirvió para despertarle… aunque sí que atrajeron la atención de Qarakh, que sintió a través de los rituales telyavelicos como la tumba de su Sire era profanada. Qarakh acudió a la colina, seguido por Antoine y Anthos, y la propia Deverra, y tras recuperar el cuerpo de su Sire, se alió con el resto de los Cainitas para destruir a Alexander. Además, siguiendo las órdenes de su propio Sire, que despertó brevemente, Qarakh le diablerizó para añadir su fuerza a la suya propia, pues necesitaría mucha fuerza para vencer a Alexander.
Mihail y Pier Francesco trataron de convencer a Alexander de que acudiera al día siguiente solo a la trampa tendida por Qarakh y los suyos, pero finalmente, el matusalén Ventrue averiguó la verdad, aunque acudió de todas formas, preparado para su última batalla con el líder Gangrel. Allí, gracias a las artes de los telyavélicos, Qarakh y Alexander se enfrentaron personalmente, y probablemente el Gangrel hubiera sido derrotado por el Ventrue… de no haber sido por el apoyo de los telyavélicos, que le vincularon con el poder de la tierra de Estonia y el propio Telyavel, de modo que finalmente, Qarakh derrotó y diablerizó a Alexander. Arnulf ordenó a sus hombres que atacaran entonces a los caballeros, y Pier Francesco preparó a sus hombres para la posible batalla, pero Anthos y Deverra consiguieron que la batalla no tuviera lugar, favoreciendo la retirada de los Caballeros, que debían alejarse de Estonia, aunque Pier Francesco prometería volver…
Y así lo haría, un año después. En ese tiempo, desde Ceoris, el propio Jervais había dirigido un grupo de guerra Tremere que había acabado con casi todos los Telyavélicos y había matado a Deverra, debilitando a Qarakh, por lo que Jurgen consideró que había llegado el momento de cerrar ese capítulo, acabando con el líder de guerra Gangrel. Acompañado por sus aliados, se dirigió hacia Estonia en persona, y su primera parada importante fue en Kybartai, una pequeña población lituana dominada por un Tzimisce, Geidas, y su guardián, Jorvidas. Antoine Henri y Rosamund d´Islington consiguieron la aquiescencia de Geidas a la presencia en sus tierras de Jurgen, pero pronto el Portador de
la Espada chocaría con el engreído príncipe Tzimisce, choque que se acrecentaría al descubrirse la presencia de Gotzon en las tierras de Kybartai, siendo el confesor capturado y condenado a muerte por Geidas. Bruno, inspirado por Rosamund, desafió a Geidas a un duelo de mentes por la vida de Gotzon. Geidas aceptó, mientras Anthos y Antoine descubrían que había allí más de lo que parecía, pues el clima parecía afectar de forma extraña a Kybartai, como si quisiera dejarles allí atrapados.
Bruno y Geidas se enfrentaron en un duelo de mentes, descubriendo Bruno que no sólo se enfrentaba a Geidas, sino a su Sire, un voivoda llamado Visya, que en aquellos momentos se encontraba en el castillo de Bistritz, con su otro chiquillo, el viejo aliado de la cuadrilla, Radu de Bistria. Visya, que tenía sus propios intereses, estaba atrapado por los enfrentamientos entre los Obertus, Rustovitch y Noritz el Corruptor; y Bruno consiguió finalmente derrotar a Geidas, aunque descubrió que había algo más allí, algo con él que le empujaba y le ayudaba. Derrotado Geidas, Anthos liberó a Gotzon, que le explicó la existencia de los koldun, y el infame pacto demoníaco al que el propio fundador Tzimisce había llegado con la tierra del Este de Europa. Pocos días después, Anthos descubría que Jorvidas había matado a Geidas, aunque no recordaba muy bien como había ocurrido, y Jorvidas decidió convertirse en vasallo de Jurgen.
Mientras tanto, en Kybartai, los personajes descubrieron inquietantes pruebas de correspondencia entre Geidas y diversos monasterios Obertus situados al norte de Kybartai… en lugares en los que no deberían estar, muy cercanos a los dominios del Voivodato. Temiendo una alianza entre los Obertus y el Voivoda de Voivodas que reiniciara las hostilidades, Jurgen envió hombres al más importante de los monasterios Obertus de la región, Ezerelis, pero sólo regresó uno, un ghoul, afirmando que sus compañeros habían sido destruidos por un hombre “Vestido de Sangre”.
Jurgen emprendió el camino hacia Ezerelis, dejando a Gotzon y a Rosamund al cuidado de Jorvidas, aunque no sin antes entregar al sacerdote ceniciento unas cartas que este debía entregar a Rosamund en caso de que el Ventrue muriera. Gotzon, defendiendo que no se podía servir a dos señores a la vez, y que Jurgen debía servir a Dios, arrojó las cartas al fuego. Jurgen y los demás se dirigieron hacia Ezerelis mientras continuaban las ventiscas y las nevadas, encontrando finalmente el monasterio. Todo estaba en silencio, y los árboles y las propias plantas parecían seguir los movimientos de los personajes. Antoine se acercó a las puertas y utilizó Toque del Espíritu para ver quien había cruzado aquel umbral. Sorprendentemente, además de ver los movimientos típicos de cualquier monasterio Obertus, vio que había diferentes miembros de
la Herejía Cainita que habían llegado a Ezerelis en los últimos meses… miembros de
la Herejía que habían desaparecido, y cuya sustitución el Arzobispo de Nod no había ordenado.
Pero la sorpresa definitiva llegaría al descubrir que el propio Arzobispo de Nod, Nikita de Sredetz, parecía encontrarse dentro de los muros del monasterio…