The Judging Eye by
R. Scott Bakker
My rating:
5 of 5 stars
Madre mía, casi tres meses para un libro de unas seiscientas páginas, pero claro, es la primera vez que me pongo a leer un libro de este calibre en inglés, algo que no me había planteado hasta hace algunos meses. Pero la necesidad manda, y yo tenía que seguir leyendo en algún momento a R. Scott Bakker, así que visto que nadie se decide a reeditar y continuar con Príncipe de Nada, pues nada, ha tocado leerlo en inglés. Y habrá que continuar. En un tiempo, que creo que con esta lectura he perdido neuronas. Mi única pega es... pues que aunque he entendido la historia, evidentemente creo que hay cosas de la narración, detalles, que me pierdo seguro. Pero en fin...
The Judging Eye es la primera parte de la tetralogía del Emperador-Aspecto, que continúa la trilogía Príncipe de Nada, y lo hace con un gran salto temporal de veinte años después del final de esta. De los protagonistas de la trilogía anterior, vamos a continuar teniendo a Anasurimbor Kellhus, convertido en el Emperador-Aspecto de los Tres Mares y líder de la Gran Ordalía, un gigantesco ejército que se dirige al norte, a las tierras perdidas en las que se libraron las batallas del Apocalipsis miles de años atrás con el alzamiento del No-Dios. Esmenet, la antigua prostituta de Sumna que se había unido a la Guerra Santa siguiendo los pasos de su entonces amante, Drusas Achamian, es ahora la Emperatriz de Tres Mares, y encargada de gobernar el Imperio desde Momemn en ausencia de su esposo, mientras vive en compañía de los hijos pequeños de la pareja. Y por supuesto, tenemos a Achamian, el Mago, el único de los hechiceros de Tres Mares sin una Escuela, exiliado en el norte, y que sigue empeñado en descubrir la verdad sobre Kellhus más allá de lo que le reveló el scylvendio Cnaiür urs Skiotha, y buscará la verdad sobre él en el norte del que procede, poniendo en marcha una compañía de mercenarios y bandidos junto a los que va a emprender el camino a los Palacios Negros de Cil-Aujas, los dominios de los antiguos Nohombres, que ya se mencionaron en Príncipe de Nada, y que aquí van a cobrar protagonismo. Además, vamos a tener otros dos personajes principales: Mimara, la hija de Esmenet, que llega al refugio de Achamian para tratar de aprender de él las artes de la magia; y Sorweel (Sorwa) el joven príncipe de Sakarpus, reino destruido por la Gran Ordalía y que se va a unir a esta, como rehén de Kellhus y sus seguidores.
Con estos personajes nos vamos a mover sobre todo en tres escenarios, con Achamian y Mimara en Cil-Aujas, Esmenet en Momemn, y Sorweel en la Gran Ordalía, ya que Kellhus va a aparecer en determinadas ocasiones, pero en la narración, aunque es omnipresente, apenas va a tener apariciones como tal, para aumentar el misterio sobre el personaje; y vamos a descubrir que quizá Kellhus no tiene todo tan controlado como piensa, pues del culto de una de las muchas deidades de los Mil Templos, la diosa de la fertilidad Yatwer, va a surgir la leyenda de un nuevo elegido, el Guerrero de la Suerte Blanca (The White-Luck Warrior, yo apuesto por Sorweel), que podría hacer frente al Nuevo Imperio de Kellhus...
Y con este planteamiento, continúa la historia de los acontecimientos en Tres Mares, contada con el mismo ritmo calmado que había tenido Príncipe de Nada, y el estilo duro y meditativo al tiempo de Scott Bakker, que se va a permitir crear escenas y personajes capaces de poner los pelos de punta (Anasurimbor Kelmomas puede ser lo más escalofriante que he visto en años de lectura), y escenas vertiginosas (esa salida de Cil-Aujas...). Y sin duda, seguimos ante un autor que, incomprensiblemente, no parece que vaya a triunfar aquí. Incomprensible.
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