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domingo, 27 de agosto de 2017

CALAVERAS Y GRILLETES: LA ISLA DE LOS OJOS VACÍOS (V)

En su exploración por la Isla de los Ojos Vacíos, los aventureros de La Maldición de Besmara habían decidido adentrarse en los marjales del nordeste de la isla, unas marismas de agua salina repletas de raíces muertas, mosquitos y algunos peces, hasta que tuvieron que enfrentarse con una anaconda gigante que atrapó al recién llegado Ron, arrastrándole bajo el agua mientras la inmensa serpiente se defendía con sus mordiscos del resto de los aventureros. El guerrero consiguió escapar del abrazo de la serpiente, y finalmente consiguieron acabar con ella, encontrando después los restos de sus depredaciones en el marjal. Tras asegurarse Echidna de que la anaconda era una criatura solitaria y no existía un nido allí, abandonaron el marjal, dirigiéndose hacia las tierras interiores. Tras deambular por ellas, Evania decidió realizar un ritual para convocar un nuevo compañero animal, invocando a un pteranodon, aunque aún tardaría algún tiempo en llegarle. Descartando dirigirse hacia Sumitha y hacia la torre de vigilancia que los cíclopes tenían en el extremo noroeste de la isla, decidieron volver a dirigirse al fuerte y acabar con las arpías gigantes que atacaron a Evania cuando llegaron a la isla, eliminando su amenaza para el fuerte. 



Ocho arpías gigantescas cayeron sobre los aventureros, armadas con sus mazas y lanzando golpes en el aire para luego alejarse de ellos. Shen ordenó una formación en círculo, mientras Evania se transformaba en un elemental de aire y atacaba desde el aire. Utilizando sus hechizos para inmovilizarlas, Vanderlay consiguió arrojar a varias de ellas al suelo, permitiendo a Shen y Ron acabar con ellos, mientras Echidna se ocupaba de reponerles de los violentos ataques de las arpías, que se cebaron especialmente en Vanderlay. Finalmente, y tras duros esfuerzos, consiguieron acabar con las arpías. Mientras Echidna se encargaba de que todos estuvieran bien, el capitán Shen ascendió la colina, examinando una serie de grutas que encontró allí y que formaban el nido de las arpías. Después de ver que era un sitio seguro, el capitán ordenó que pasaran allí la noche, y al día siguiente, partirían hacia Sumitha, decididos ya a recuperar el cristal que Bikendi Utongu les había pedido para liberar de su maldición al fuerte. 

Atentos y recordando sus anteriores enfrentamientos con los cíclopes, que además estaban avisados de su presencia en la isla por su anterior incursión. Se adentraron en Sumitha y decidieron evitar las calles abiertas en favor del los túneles que ya habían conocido. Shen se adelantó, y se adentró en las salas de carnicería donde habían perdido a Sarah, encontrándose con tres cíclopes allí. Mientras se preparaba para enfrentarse a ellos, y avisaba a sus compañeros a través de su vínculo telepático con Vanderlay, los cíclopes escucharon los ruidos provocados por Evania y Ron, así que se dirigieron a la salida, por lo que tuvieron que hacerles frente para evitar que llamaran la atención sobre ellos. Shen consiguió acabar con uno de ellos antes de que reparara siquiera en su presencia, pero al acercarse Ron a ayudar, se convirtió en objetivo de otro de los cíclopes, que estuvo a punto de partirlo por la mitad de un hachazo. Aunque consiguieron acabar con él, el tercer cíclope golpeó a Echidna, que había acudido a sanar a Ron. Arrastrando los cadáveres al interior de la carnicería, se adentraron en un túnel que llevaba hacia el interior de la montaña, con Shen abriendo el camino y Vanderlay iluminando sus pasos. Se encontraron con una gruta húmeda y que apestaba a agua estancada, repleta de restos de huesos, probablemente arrojados allí por los cíclopes y donde había una espada de aspecto llamativo en el pasillo. Mientras se acercaban a ella, el capitán Shen se encontró atrapado por una Gran Madre Raya, una criatura extraplanaria que cerró a su alrededor un sello hermético, asfixiándole mientras le aplastaba y rechazaba los ataques de los demás con bruscos golpetazos. Tras descubrir por las duras las fortalezas de la criatura, que ponía en serio peligro la vida de Shen, decidieron volcar sus esfuerzos en destruir a la madre raya, ya que le hacía más daño al capitán del que ellos podían recuperar. Echidna y Evania atacaron a la criatura con su magia, mientras Vanderlay lo hacía con su maza, y siguiendo finalmente el ejemplo del bardo, Ron utilizaba sus puños para dañar a la Raya, que viendo su supervivencia comprometida, escupió a Shen y desapareció a través de las aguas oscuras que ocupaban un extremo de la habitación... 

domingo, 13 de agosto de 2017

CALAVERAS Y GRILLETES: LA ISLA DE LOS OJOS VACÍOS (IV)

Con la muerte de Sarah aún grabada en sus ojos y llevándose los restos de la exploradora, los aventureros huyeron de Sumitha, adentrándose en la jungla mientras tras ello resonaban los cuernos de aviso de los cíclopes. Después de pasar la noche alerta y vigilantes, decidieron volver al barco para darle a Sarah Lack las ceremonias fúnebres que se merecía, además, antes de enfrentarse a lo peligros de Sumitha, necesitaban saber qué otras amenazas podían existir en la isla. En el camino de regreso, se encontraron por sorpresa con un superviviente de los antiguos colonizadores de la isla, un guerrero llamado Ron Bear, que les ayudó a enfrentarse a una pareja de cíclopes que le seguían. Según Ron les contó, había formado parte de la guarnición del fuerte, hasta que había tenido que huir cuando los cíclopes, furiosos con los humanos por la desaparición de su Piedra de Sueños, habían asaltado el fortín. Considerando que se encontraban escasos de efectivos, el Capitán Shen le ofreció unirse a ellos, a pesar de las reticencias de Echidna, lo que Ron aceptó, deseoso de abandonar aquella jungla en la que llevaba meses. 

Sefina, la amistosa vecina.


De vuelta en el barco, los aventureros se despidieron para siempre de Sarah Lack con las ceremonias adecuadas para una pirata, y celebraron consejo para decidir cuales serían sus siguientes pasos. Aceptando las sugerencias de Vanderlay, finalmente el capitán optó por cruzar la bahía y explorar la mitad oriental de la isla. Allí, cerca de la playa, después de que Echidna escuchara una hermosa canción cuyo sonido siguieron, encontraron a Sefina, una nereida que se mostró bastante afable cuando Vanderlay llamó su atención con su música. Sefina les habló de que en el norte existía un río que se adentraba en la selva, y un camino que seguía su curso, y también les pidió que la visitaran llevando música, aunque Echidna atrajo la atención de la nereida de una forma más mundana. Después, se adentraron en la selva en dirección a una colina desde la que contaban con poder otear el horizonte, pero se encontraron con que la colina era el domino de un grupo de ents que les puso en aprietos, lanzando cocos y animando a otras palmeras, poniendo en auténtico peligro a Ron y Echidna, aunque finalmente consiguieron acabar con los ents. Desde la colina pudieron ver efectivamente el río del que les había hablado Sefina, unos marjales mucho más al norte, y una bahía al este en la que desembocaba el río. Hacia allí se dirigieron finalmente, descubriendo que la bahía contaba con un antiguo puerto de los cíclopes. 

En la playa cercana a los muelles tuvieron que hacer frente a una plaga de cangrejos, aunque Evania consiguió mantenerlos a raya hasta que hicieron su aparición varios cangrejos devoradores de tiburones, uno de los cuales estuvo a punto de arrastrar a Ron al mar, aunque Pirkles, Echidna y Vanderlay consiguieron evitarlo. Adentrándose en el sendero, decidieron dirigirse a los marjales del norte antes de volver a la meseta sobre la que se alzaba un gran pico, y más allá de este, de nuevo, Sumitha.