Aunque en el último
post sobre la Patrulla-X de Claremont hablábamos de que el Patriarca Mutante
dejaba a los personajes que le habían llevado (y a los que había llevado) al
Olimpo de los dioses, aún le quedaba una traca final, una despedida de órdago,
que llegaría del tándem Claremont-Lee en la nueva colección de la Patrulla,
X-Men. Y es que Claremont tenía que cerrar la situación sobre el tablero de uno
de sus personajes fetiches, quizá su personaje favorito de todos aquellos con
los que había trabajado: Magneto. Y es que los tres primeros números de la
nueva X-Men se dedicarían precisamente a resituar la imagen del señor del
magnetismo, y darle lo que Claremont consideraba un final adecuado a la
trayectoria del personaje.
Tras la debacle de
Isla Muir, como habíamos comentado, Xavier y los suyos se encuentran con un
buen número de Hombres-X, lo que les pone en una situación completamente nueva.
Tras restaurar la Mansión-X (destruida en Inferno), la nueva y ampliada
Patrulla-X (que ha vuelto a asumir a sus miembros originales, que hasta ahora
estaban en Factor-X) decide adquirir cierto componente más proactivo, y se
divide en dos equipos de intervención, que en principio, protagonizarán una
serie cada uno. El Equipo Oro, dirigido por Tormenta, y con Coloso, Jean Grey,
Arcángel y el Hombre de Hielo se quedarían con la colección clásica, con
guiones y dibujos de Whilce Portaccio y la ayuda de John Byrne con los
diálogos; mientras que la nueva X-Men comenzaría con guiones de Chris Claremont
y Jim Lee, y el dibujo del segundo. En ella se desarrollarían las aventuras del
Equipo Azul, dirigido por Cíclope, y con la Bestia, Mariposa Mental, Gambito,
Júbilo, Pícara y Lobezno dentro del grupo. Xavier, Banshee y Forja quedaban en
retaguardia, como apoyo a cualquiera de los dos. Ambos grupos compartirían
protagonismo en la primera saga que vería la luz en las páginas de X-Men,
cuando un grupo de mutantes alcanza en refugio orbital de Magneto, perseguidos
por un grupo de guardias de SHIELD. Entre ellos se encuentra un personaje de
nuevo cuño, Fabián Cortez, que poco a poco irá manipulando a Magneto para que
vuelva a dirigirse contra la Tierra. En una saga con tintes de genialidad, los autonombrados Acólitos de Magneto atacan
Genosha, obligando a la Patrulla a enfrentarse a ellos, mientras Magneto
descubre en sus genes una manipulación genética que sólo puede ser obra de
Moira McTaggert, manipulación que hubiera condicionado sus decisiones y moral
desde ese momento. Magneto ataca a la Patrulla, secuestrando a Moira, y
obligándola a repetir el proceso en el Equipo Azul, que se enfrentará al Equipo
Oro de Tormenta, mientras un comité internacional en el que tienen presencia
Val Cooper y Nick Furia ponen en marcha los llamados Protocolos de Magneto, un
cañón de plasma orbital preparado para destruir el refugio del Amo del Magnetismo.
Tras descubrir que el proceso de Moira falló en el momento en el que Magneto
volvió a usar sus poderes, la traición de Cortez queda al descubierto, pues con
su poder de aumentar los poderes de otros mutantes, ha llevado a Magneto
prácticamente hasta el punto del colapso, y además, activa el cañón de plasma
de los Protocolos de Magneto, destruyendo el Asteroide M, del que la Patrulla-X
escapa, aunque Magneto queda atrás con sus Acólitos, muriendo.
Este arranque de
auténtico lujo sería el auténtico fin de la etapa de Claremont. El maestro se
marcharía, y Jim Lee (con ayuda de Byrne primero y luego de Fabian Nicieza en
los guiones) quedaría al frente de la colección. En X-Men veríamos la aparición
de Rojo Omega, volverían Matsu´o Tsurayaba, la Mano y Dientes de Sable, ahondaríamos
en el pasado de Lobezno y de Gambito (y veríamos el acercamiento entre este y
Pícara), se aliarían al Motorista Fantasma, se las verían con el Nido y regresarían
Dazzler y Longshot con una revuelta en Mundomojo… Y mientras Lee nos dejaba a
todos atontados con sus dibujos en X-Men, Whilce Portaccio trataba de hacer lo
mismo en Patrulla-X, con bastante menos éxito, la verdad, ya que su calidad
dista mucho de ser parecida a la de Jim Lee. Personalmente, Portaccio no me
gusta ni me ha gustado nunca como dibujante, me parece demasiado sucio… sin
llegar a ser sucio, demasiado intento de ser Silvestri… sin ser Silvestri… Y desde luego su dibujo no alcanzaba para
cubrir la poca calidad de sus guiones, aunque se marcó un buen órdago al crear
al que sería uno de los personajes más relevantes del cómic de los 90,
Bishop. Y es que este viajero del tiempo
haría su aparición por primera vez en las páginas de Patrulla-X, procedente del futuro siguiendo
a Trevor Fitzroy, un mutante que descubriríamos estaba asociado con los
llamados “Arribistas”, un grupo con el que también se relacionaban los Strucker
y Shinobi Shaw (el hijo de Sebastian Shaw), y con el que pronto veríamos que
tenía algo que ver Selene y un nuevo personaje, El Maestro de Juegos, que tendrían un especial interés por el Club Fuego Infernal, muriendo en la primera aventura Emma Frost y todos sus Infernales.
En Patrulla-X, además
de la llegada de Bishop, tendríamos la propuesta de matrimonio de Forja a
Tormenta, una versión calcada de una aventura que Portaccio ya había dibujado
para Factor-X adaptada a Patrulla-X y en la que volvía al universo Marvel
Mijail Rasputin, el hermano mayor de Coloso, con el poder de alterar la
materia, y que sería una de las apariciones más breves de la historia de los
mutantes, porque poco después, enloquecido, Mijail se suicidaba llevándose
consigo a Calisto y a buena parte de los Morlocks que habían sobrevivido a la
Masacre Mutante.
Sin embargo, la
colección que marcaría el destino de los mutantes, y el del mundo del cómic en
general no sería ninguna de las anteriores. Y es que mientras Claremont se
despedía de sus creaciones, hacía tiempo que Los Nuevos Mutantes habían quedado
bajo el control completo de Rob Liefeld, y este, como guionista y dibujante,
los convirtió en X-Force. Con Cable (personaje que llevaría a grandes
enfrentamientos entre Liefeld y Marvel) como líder, lo Nuevos Mutantes se
convertían en un equipo de asalto militarista, formado por el propio Cable, la
mercenaria Dominó, el antiguo miembro de los Infernales Sendero de Guerra
(James Proudstar, hermano del difunto Ave de Trueno; el exiliado de Mundomojo
Estrella Rota; la morlock Feroz; la hija de Banshee, Syrin; y los ex Nuevos
Mutantes Bala de Cañón y Bum-Bum, X-Force se convertiría en el punto de
referencia para los cómics en los 90. La idea de grupos casi paramilitares de
acción rápida colaría tanto en el ideario comiquero que todos los grupos de
superhéroes tomarían posiciones más activas, viviríamos la transformación de
los Vengadores Costa Oeste en Force Works, e incluso en DC, aparecería una JLA
Task Force. En X-Force, Liefeld llevaría al extremo su particular estilo de
dibujo, con unos guiones que se reducían al mínimo y donde primaba la
espectacularidad de los lápices por encima de cualquier otra cosa. X-Force se
enfrentó al Frente de Liberación Mutante (un grupo dirigido por Dyscordia, un
hombre que era exactamente igual que el enigmático Cable), a la nueva Hermandad
de Mutantes Diabólicos del Sapo, a la asociación de mutantes inmortales
conocida como los Externos, o a los viejos aliados de Cable, en unos episodios
cargados de acción, músculos y armas grandes. Para echar una mano a Liefeld con
los guiones, Marvel pondría a Fabian Nicieza, que también participaba ya en
X-Men mientras Scott Lobdell tenía que ayudar a Portaccio en Patrulla-X después
de que Byrne también saliera de la franquicia mutante…
Y serían precisamente
Nicieza y Lobdell sobre quienes recaería la responsabilidad de continuar estas
series cuando, como era previsible, la burbuja de los grandes dibujantes
explotó (sin durar siquiera un año). Jim Lee, Whilce Portaccio, Rob Liefeld,
Todd McFarlane, Erik Larsen… eran todos dibujantes con demasiada estrella, que
se sintieron capaces de ser no sólo dibujantes sino también guionistas, y que
pensaron que tendrían éxito creando sus propios personajes. De un día para otro
apareció Image, y la franquicia mutante perdió las cabezas que iban a guiar sus
destinos. Mientras Marvel buscaba dibujantes nuevos, hubo algún dibujante interino
(Rurik Tyler, Mark Pacella…), y los dialoguistas que habían colaborado con las
grandes estrellas, se convirtieron en responsables de las series más punteras
de Marvel.
Y mientras tanto, al
margen de todo esto (durante un tiempo al menos) se gestaba la que
probablemente sea una de las mejores etapas de un cómic de la historia. Un
experimentado guionista, Peter David, y un particular dibujante, Larry Stroman,
se hacían cargo de Factor-X, con una premisa totalmente nueva: Factor-X
sustituiría a la Fuerza de la Libertad como imagen gubernamental de los
mutantes, y bajo la supervisión de Val Cooper se reuniría un equipo
completamente nuevo y peculiar: Kaos, Polaris, Loba Venenosa, el guardaespaldas
de Lyla Cheney (Guido Carosella, Fortachón), el Hombre Múltiple y Mercurio.
Peter David es un auténtico maestro del guion, y así lo demostraría en
Factor-X: mientras que en el resto del mundo mutante los argumentos se reducían
a lo mínimo, Peter David hacía de Factor-X su rincón, con unos guiones
magistrales, un sentido del humor sublime y unos argumentos brillantes,
demostrando ser capaz de construir toda una historia alrededor de un bote de
mayonesa. Eso haría que cuando Stroman abandonase la colección, esta se viera menos
repercutida que las anteriores: su guionista era un guionista de verdad.
Y con este panorama,
Marvel decidió que era el momento de unificar sus colecciones, de demostrar que
podían seguir adelante sin esos primeros nombres, y que podían seguir haciendo
grandes historias… Y llegó La Canción del Verdugo.