La
Patrulla-X había muerto para el mundo tras su enfrentamiento con el Adversario.
Gracias a Neal Conan, todo el mundo pudo ver la muerte en directo de Tormenta,
Lobezno, Coloso, Dazzler, Pícara, Longshot, Kaos, Mariposa Mental y Madelyne
Pryor se sacrificaban para salvar la Tierra. Sus viejos compañeros podían ser
testigos, incluyendo a Cíclope, que veía como su mujer, a la que había
abandonado para volver al lado de Jean Grey, desaparecía; igual que lo eran
Rondador y Gatasombra, que se recuperaban en Isla Muir de las heridas sufridas
en manos de los Merodeadores, y que junto al Capitán Britania, Meggan y Rachel
Summers (que ya utilizaba con normalidad el nombre de Fénix), formarían
Excalibur, en una genial serie que tendría guiones de Chris Claremont y dibujos
de Alan Davis. El mundo daba a los X-Men por muertos.
Pero
para ellos, dicha muerte sólo había sido la oportunidad de iniciar una nueva
etapa en sus vidas, enmascarados de cualquier sistema electrónico gracias al
poder de la Guardiana Omniversal Roma, y sin poner en peligro a sus seres
queridos, ya que la Patrulla-X como tal había muerto. Tras una historia de
transición en la que se nos deja ver el peso de esta cuestión, con Dazzler como
protagonista y lápices de Rick Leonardi, que irá alternando en esta etapa su
trabajo con el del dibujante titular, Marc Silvestri, pronto nos encontraremos
con la primera aventura “en serio” de la nueva etapa de la Patrulla. Para ello,
Claremont y Silvestri crearon un nuevo enemigo para la Patrulla, los
Cosechadores, un grupo de cyborgs de conducta inhumana liderados por los
retorcidos Niño Bonito, Rompehuesos y Abrecráneos. Los Cosechadores han dejado
un rastro de robos y destrucción que la Patrulla-X sigue hasta encontrarles en
su refugio, un complejo construido en pleno desierto australiano y al que
acceden a través de un carismático (aunque silencioso) personaje, el aborigen
australiano llamado Pórtico, capaz de abrir portales teleportadores con su
bramadora. El enfrentamiento entre Cosechadores y Patrulla-X concluye pronto,
con los Cosechadores cruzando el Portal al Lugar Peligroso, y la Patrulla
ocupando el que había sido su refugio, consiguiendo uno de sus cuarteles más
pintorescos. Tras devolver los objetos robados por los Cosechadores en una
preciosa historia de corte navideño en la que el protagonismo recae sobre
Longshot, y otra historia corta en la que Coloso se reencuentra con su hermana
Illyana y podemos ver cual es la situación que se está creando en el Limbo
(donde el demonio S´Ym, infectado con el virus tecnorgánico de la Tecnarquía de
Warlock y Magus, trata de arrebatar el trono a Magik), la Patrulla-X tendrá que
hacer frente a unos viejos enemigos.
Y
es que el Nido, ha llegado a la Tierra. A través de un portador, la terrible
raza de depredadores cósmicos ha infectado ha varios mutantes desconocidos que
emboscan a la Patrulla-X en Dallas, donde se enfrentarán unos y otros, con
grandes dilemas morales para Kaos, cuyo poder no tiene tintas medias y sólo
sirve para matar. Pero sin embargo, no es la lucha con el Nido lo más
interesante de esta saga, sino una historia que transcurre en aparente segundo
plano. Madelyne Pryor, convertida poco menos que en encargada de logística de
la Patrulla, descubre a través de unas imágenes de televisión que el motivo por
el que Scott la ha abandonado a ella y a su hijo ha sido para volver junto a su
primer amor, Jean Grey. Esto provoca un ataque de ira a Madelyne, que destroza una de las grandes
pantallas del refugio, lo que hace que pierda el sentido y tenga unas visiones
absolutamente reveladoras en las que se establece el principio de su relación
con el rival de Illyana por el Limbo, S´Ym.
Arthur
Adams volvería a pasar por las páginas de X-Men en un especial relacionado con
la saga “La Guerra de la Evolución”, una historia que se extendería por todos
los Anuales del verano de 1988, y bajo cuyo título aparecerían muchas tramas
diferentes que comparten como leit motiv
la presencia del Alto Evolucionador (uno de esos personajes clásicos de Marvel
a los que de vez en cuando alguien saca partido… esta no fue una de esas
ocasiones), y que en X-Men nos traería el regreso de un viejo enemigo de los 4F
y los Vengadores, Términus, además del regreso de la Tierra Salvaje, que había
sido destruida anteriormente por el
gigantesco robot. La historia en sí no es nada del otro mundo, pero como de
costumbre, Claremont nos deja un par de huevos de Pascua, semillas de historias
que llegarán más adelante, con la ayudante del Alto Evolucionador, Zala (la
antigua sacerdotisa de Garokk… ¿os acordáis de Garokk?), y los Mutados de la
Tierra Salvaje.
La
siguiente gran saga de la Patrulla-X nos mostrará una de las que probablemente
sean las mejores creaciones de Claremont: Genosha. Los X-Men chocan con las
instituciones genoshanas casi por error, al verse implicada Madelyne Pryor en
el secuestro de una exiliada genoshana, Jenny Ransome, mutante a quien sus
compatriotas quieren recuperar. En un magistral trabajo sobre el apartheid y la
situación que durante décadas se había vivido en Sudáfrica, Claremont nos
presenta Genosha como un paraíso, una isla idílica situada en el Índico, entre
Madagascar y Seychelles, autosuficiente y con una economía próspera. Pero
Genosha esconde un turbio secreto, y es que toda su economía, toda su forma de
vida se asienta sobre la violación más flagrante de todos los derechos de los
mutantes genoshanos. Y es que a través de un proceso desarrollado por los
ingenieros genéticos de la isla, los mutantes son esclavizados, lobotomizados y
encerrados en trajes aislantes. Mientras la Patrulla trata de rescatar a
Madelyne, esta parece deslizarse cada vez más hacia la oscuridad, haciéndose
énfasis en su enigmática situación. Además, Lobezno y Pícara son atrapados en
la isla, y ambos pierden los poderes en manos del Anulador, uno de los mutantes
al servicio de Genosha, lo que permite que la personalidad de Carol Danvers,
que Pícara había absorbido mucho tiempo atrás, de un paso al frente, tomando el
control del cuerpo de la joven, y colaborando con Lobezno en una trama
prácticamente de película de espías de la Guerra Fría. La Patrulla-X consigue “salvar”
(no le hacía demasiada falta) a Madelyne y a Jenny Ransome, y consiguen un
inesperado aliado en el hijo de uno de los dirigentes genoshanos, Philip Moreu,
consiguiendo regresar a su refugio australiano…
Y
dejándolo todo preparado para Inferno.