A Posteriori fue el sexto disco de Enigma, el primero en el que Michel Cretú no contaría con la voz ni la colaboración de Sandra Cretú, ya que se había divorciado de ella, lo que llevó también a la ruptura artística entre ambos. Continuando con el estilo rupturista que ya había traído en Voyageur, Cretú presenta en A Posteriori un trabajo místico, sobrio y marcado por cierto aire fatalista, premonitorio. Sólo hay que dar un paso, las estrellas nos esperan.
Eppur si muove.
Abrimos el disco con ya familiar cuerno de Enigma, el sonido que ya, con su propio eco, parece abrir las puertas del tiempo y el espacio para guiarnos en un viaje intenso, lleno de llamadas de otros tiempos… de otros mundos. Eppur si muove, la frase atribuida a Galileo, “Y sin embargo, se mueve”. A nuestra mente viene la imagen de una brújula extraña, de un astrolabio enigmático… incluso de un aletiómetro, el extraño instrumento de la niña Lyra Belacqua en las novelas de La Materia Oscura, con las que este disco parece tener cierto extraño paralelismo. El sonido de Enigma se desvanece en la oscuridad, se pierde dejando parte a cantos en latín que apelan a aquel Sadeness del primer disco de Enigma un entorno familiar, que pronto deja paso a un segundo tema…
Feel me Heaven.
Es el tema más rápido y electrónico del disco, y llega justo tras la introducción de Eppur si Muove. El Sol es del centro del Universo… y sin embargo se mueve, y nosotros nos movemos hacia el Cielo, lleno de voces distorsionadas, mágicas, que nos dicen “Siénteme” una y otra vez, de nuevo esa mezcla entre ritmo y sensualidad a la que Enigma ya nos tiene acostumbrados.
Dreaming of Andrómeda.
Traspasamos las puertas del Cielo y nos encontramos con un sueño, el Sueño de Andrómeda, vemos las estrellas, el Universo moviéndose a nuestro alrededor, mientras la voz de una soprano, angelical, de una belleza inhumana y extraterrena nos guía a través del movimiento de las esferas celestiales, más allá de las fronteras conocidas. Andrómeda nos espera, cálida y distante. La música es onírica, irreal, caminamos entre galaxias, con las estrellas a nuestros pies. Pero… ¿seguro que esto es el Cielo?
Dancing with Mephisto.
Porque hay una nueva voz que nos llama. Que nos atrae, que nos invita a seguirla. Una voz que viene de la más absoluta Oscuridad. La música se vuelve tétrica, insinuante, las luces, las estrellas desaparecen, la sombra llega. Y es la voz de Louisa Stanley, uno de los nuevos fichajes de Enigma quien nos llama, mezclando el inglés y el francés. Sígueme, ven y siente, el Infinito, la Eternidad. Sígueme, tú y yo, ya lo hemos vivido. Follow me, come and feel, Infinity, Eternity. Follow me, toi et moi, déjà vu. Y es imposible resistirse. La voz que nos llama nos envuelve, las sombras toman la textura del terciopelo. Es Mefisto quien nos llama, el Señor de las Sombras. Nos tiende la mano, ¿aceptas el reto?
Northern Lights.
¿Qué hemos elegido? ¿Tomamos la mano de Mefisto en su vals? Quizá no tiene importancia, llegan la luz. Las Luces del Norte, como la primera novela de La Materia Oscura, que aquí se tradujo como “La Brújula Dorada”. Las luces entran en la oscuridad, la rompen, es el reflejo de la Aurora Boreal, y si miramos atentamente entre sus luces, podremos ver mundos… otros mundos… El sonido es magnético, cósmico. Recordamos las viejas maquetas del Universo, círculos que giran dentro de círculos, y el sonido de las Esferas. Bailamos envueltos en luces cálidas, acariciantes.
Invisible Love.
Enigma acude a la guitarra clásica para introducir su nuevo tema, y lo hace de forma suave, como si entre las luces boreales apareciera la silueta de nuestro amor invisible. Cretú aparece por primera vez en A Posteriori, “Oh, rescátame” dice, susurrante, aunque cada vez más cerca. Llega a través de las estrellas, de la noche, de las luces del norte, venciendo incluso a la oscuridad de Mefisto. Nos busca, nos llama, nos acaricia. La brújula vuelve a girar, pero sabemos que no estamos solos. Hay un amor invisible que no podemos percibir, pero que está ahí… siempre.
Message from Io.
Ío es el más cercano a Júpiter de los satélites descubiertos por Galileo. De nuevo volvemos al cosmos, volvemos a las estrellas, y volvemos a ver cómo gira el astrolabio renacentista. Eppur si muove… Ío, satélite volcánico donde los haya, imagen de la devastación, de la árido… la Tierra Baldía, muerta… y sin embargo, aún hay vida; porque la vida permanece, incluso en las estrellas.
Hello and Welcome.
Andru Donalds llega a A Posteriori en este tema, aunque lo hace sólo de forma tangencial, casi como una visita efímera, como una de esas voces que llegan de más allá de las estrellas, ya que el protagonismo completo de la canción recae en las guitarras eléctricas que no dejan de sonar, dándonos la bienvenida a un nuevo mundo, un mundo cósmico, una ciudadela entre las estrellas.
20000 miles over the sea.
Las guitarras eléctricas se convierten en voces de monjes, en un nuevo homenaje a los sonidos que convirtieron a Enigma en lo que es hoy, los sonidos de MCMXC. Volamos a 20.000 millas sobre el mar, 30.000 kilómetros de altura, un vuelo fascinante, mientras volamos hacia un nuevo punto clave en nuestro viaje. La Luna nos espera.
Sitting on the Moon.
Y el viaje llega aquí, alunizamos, y lo hacemos con una de las mejores baladas de Enigma, en la voz de su creador e ideólogo, Michel Cretú. Una canción cargada de amor, de nostalgia. De añoranza. Vine buscándote, ¿dónde estás? Recordamos al amante de luz de Invisible Love, y nuestra canción vuela alto, mientras nos preguntamos dónde está. “¿Dónde estás? Yo estoy sentado en la Luna… te echo de menos”. La imagen es solitaria, al tiempo que algo desesperanzadora. A nuestro alrededor sólo hay polvo, quizá el de Mare Serenitatis, el de alguno de los gigantescos cráteres lunares.
Pero aún hay esperanza.
Aún puedes llegar.
Yo seguiré esperando, en la Luna.
The Alchemist.
Observamos desde la Luna, mientras esperamos, y vemos la Torre. Allí está él, el Alquimista, el Demiurgo, el Hacedor. Los sonidos que nos envuelven vuelven a traernos la música de las Esferas, la de los mundos dentro de mundos. La voz alienígena de Dream of Andrómeda reaparece en el que es el más “Enigma” de todos los temas de este disco. Pero el astrolabio, la brújula, el aletiómetro… no han dejado de girar…
Goodbye, Milky Way.
Llega el momento de la despedida, y lo hace de la mano de Michel Cretú. Y esta vez no nos despedimos sólo del mundo, o de un tiempo. Es de una parte de la existencia. De una parte del Universo. Adiós, Vía Láctea, nos dice Cretú, la misión ha finalizado, os echaré de menos, hijos del Sol. Las últimas palabras las dice Lisa Stanley, que nos anuncia que en 5 billones de años, Andrómeda y la Vía Láctea colisionarán. Será el comienzo de un nuevo mundo… un mundo completamente NUEVO.