La Campaña Escarlata by Brian McClellan
My rating: 4 of 5 stars
Pues a lo tonto se me ha ido casi un mes en el libro, madre mía, se me están yendo los tiempos de las manos, porque al final son 600 páginas, tampoco es que haya sido Vientos de Invierno (risas). En fin, al tajo.
La Campaña Escarlata es la segunda parte de la trilogía "Los Magos de la Pólvora", de Brian McClellan, del que por ahí dicen que es fiel alumno y seguidor del prolífico Brandon Sanderson, aunque debido a que no he leído nada de él no puedo evaluar esto; y continúa la historia exactamente donde terminó Promesa de Sangre, el primer libro de la serie. Más o menos y a grandes rasgos, la idea es que el mundo de Los Magos de la Pólvora es una ambientación de tipo Siglo XVIII más o menos, donde el uso de pistolas y fusiles está extendido, pero en el que además hay determinadas personas que pueden utilizar la pólvora como elemento mágico y realizar acciones prodigiosas con la pólvora de por medio. Además de estos magos, la magia está presente en este universo en manos de los llamados Privilegiados, capaces de "tocar" el Otromundo y utilizar su poder para poderosos efectos mágicos. Promesa de Sangre contaba la historia de la rebelión del ejército de Adro contra su rey y sus nobles, que son llevados a la guillotina, un golpe de estado dirigido por el General Tamas, uno de los más relevantes personajes del ejército del país, y un mago de la pólvora; y que tiene que hacer frente tanto a las intrigas internas como a los ejércitos de los países vecinos, y también a lo que parece ser el retorno de un dios que pretende vengar la muerte de los reyes de Adro. Junto a Tamas, la novela estaría protagonizada por su hijo, Taniel Dos Tiros, uno de los más hábiles magos de la pólvora de Adro, y el inspector Adamat, que se va a mover entre las calles y la política para buscar la conspiración.
La Campaña Escarlata comienza donde acaba Promesa de Sangre, con Adro enzarzada en una sangrienta guerra con su vecino, Kez, y con el dios Kresimir, aparentemente muerto después de su encuentro con Taniel, pero... ¿puede morir un dios realmente? En su lucha contra los kezeños, Tamas va a caer en una trampa, y de pronto, al más puro estilo de Jenofonte, se va a encontrar aislado en tierra enemiga junto a parte de su ejército. Mientras, Taniel va a tener que superar haber matado a un dios y vencer sus adicciones a las drogas antes de poder ponerse en el frente, en un momento en el que quizá Adro no pueda prescindir de su mejor hombre. Y por otro lado, en la capital, Adamat va a tener que resolver la amenaza a su propia vida y la de su familia que representan algunos de los enemigos que ha hecho sirviendo a Tamas, mostrándonos la parte más política de esta historia. De nuevo, como en el libro anterior, los tres puntos de vista permiten contarnos la historia desde diversas perspectivas que van avanzando en paralelo, y de las tres, quizá hasta bien avanzada la novela, la que me parece más interesante es la de Adamat.
La verdad es que es un libro que he disfrutado, me lo he pasado bien, me parece equilibrado entre escenas de acción, narrativa y desarrollo de personajes, aunque hay algunas tramas que se quedan aún poco elaboradas (¿el traidor en el ejército Adrano? ¿Por qué?). Y sin ser una joya, que tampoco lo es, creo que cumple muchísimo con la función de un libro entretenido. Quizá lo peor del libro no sea cosa del autor, sino de la editorial, y es que la propia factura del libro en sí, me parece un tanto frágil (el papel fino y el cosido, aunque aguanta, no deja de darme la sensación de que se va a desmontar en cualquier momento... pero que igual es solo una impresión mía), y hay algo que no sé definir respecto a la traducción que hace que también sea extraña en algunos momentos. Y el uso de los guiones de diálogo es incorrecto en varias ocasiones, lo que me llama mucho la atención, porque creo que es algo que podría solucionarse con una buena revisión... y que no estamos hablando de un libro autoeditado, es un libro que ha pasado sus procesos de traducción, corrección, etc.
Pero en resumen... una lectura agradable
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