Estación Niebla by Enric Herce
My rating: 3 of 5 stars
Como supongo que le ocurre a cada uno en sus cosas, según voy viendo el catálogo de Red Key todo me parece interesante, pero hay obras, como esta, o la próxima que sale, El Rastro del Rayo, de Rebeca Roanhorse, que te llaman más la atención. ¿Y qué es lo que más me llamó la atención de Estación Niebla? Esa portada, que tiene algo de cómic, de trabajo europeo, de ciencia ficción... Me da la sensación de que en un mundo de portadas cada vez más oscuras y llenas de tonos de gris y azul noche, el amarillo de Estación Niebla llama lo suficientemente la atención como para que el libro destaque en cualquier estantería o catálogo, así que un aplauso a su artista, Kisama.
En cuanto al contenido, Estación Niebla es la traducción al castellano de una novela publicada previamente en catalán, Estació Boira, y que se ha considerado la primera novela ciberpunk en catalán. Su autor, Enric Herce tiene un par de novelas más (espero que Red Key traiga alguna a la lengua de Cervantes), y es un tío realmente majo, podéis escucharlo en el Podcast de Red Key Podcast en el que le entrevistan. Y este mundo de Estación Niebla, se desarrolla principalmente en un futuro a distancia indefinida en el que tras una guerra en la Tierra, varias potencias han creado diferentes plataformas orbitales (Europa2, América2 y Asia2), en las que viven aquellos que se han marchado de La Tierra en busca de nuevas oportunidades o para escapar del conflicto que divide el planeta entre el mundo civilizado (por decirlo de alguna manera) y el enemigo inconcreto al que se enfrentan y que nunca llega a explicarse del todo (me parece uno de los puntos a favor de la novela). En la estación Europa2 se encuentra el protagonista de la historia, Max, un agente de Higiene Ciudadana, cuyo trabajo consiste en asegurarse de que todos los ciudadanos toman regularmente sus dosis de relev, una droga inhibidora de las emociones que evita la violencia, la ira y la rabia, al menos la mayor parte de las veces. Pero de pronto, Max va a verse inmerso en un caso que se le queda bastante grande, y que incluye entre otras cosas, la aparición de una nueva droga, el stimo, capaz de engañar a los análisis de relev, pero que hace justo lo contrario, exacerbar todo el odio y la rabia reprimidos por el relev. Pero además, Max va a tener que hace frente a sus propios problemas de salud, y a una extraña imagen que aparece de vez en cuando al utilizar su RMM-Brance, su visor de recuerdos, un hombre al que Max no conocía pero que aparece nítidamente en algunos de los momentos más importantes de su vida.
Con este planteamiento, Enric Herce nos guía a través de una novela con toques detectivescos y en la que no podrían dejar de aparecer las malvadas megacorporaciones que suelen ser el adversario en estos mundos ciberpunk o de ciencia ficción, con planes que superan el tiempo y las nacionalidades y que van mucho más allá de lo que es simplemente un país. Y lo hace mezclando diversas formas de narrar (que no puntos de vista, salvo en un par de momentos, la historia va a estar centrada en Max por completo), de forma que hay que ir desenredando junto a Max la maraña de la historia. La actualidad de los acontecimientos, los recuerdos de Max a través de su visor, las crónicas de la guerra que se perdió, además de las entrevistas a personalidades políticas (en el más puro estilo Frank Miller en El Regreso del Caballero Oscuro), la perspectiva de Erika, la compañera de Max; y el diario de un personaje relevante, son las fuentes que vamos a tener para ir deshilvanando la historia, de modo que solo al final tengamos el tapiz completo.
¿Y solo tres estrellas? Para empezar, no son pocas. Yo creo que quizá con una segunda lectura subiría hasta las cuatro sin problemas, pero en esta primera, quizá por falta de proximidad con el entorno ciberpunk (nunca había leído nada de este tipo, ni Neuromante, ni nada de esto), me ha pillado en algunos casos con el pie cambiado. Y quizá la decisión atrevida de narrar en tiempo presente, aunque completamente admirable y adecuada, hace que algunas veces la narrativa (que no es la habitual) choque un poco con el lector carca que tengo dentro.
¿Recomendaría Estación Niebla?
Sí, sin duda. Creo que, como poco, es muy disfrutable, y a día de hoy... No hay muchas cosas que lleguen siquiera a esto, así que creo que es, al menos, un buen punto de partida.
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