Marvel Comics Siege of Darkness: Nightstalkers #14, Ghost Riders #44, Ghost Riders #143, Darkhold #15; Plus Nightstalkers #10, Darkhold #11, Moribus #12, Ghost Rider #40 by Marvel Comics
My rating: 1 of 5 stars
Pues la verdad es que con todo el dolor de mi corazón, no puedo darle mucha más nota a este último crossover de aventuras terroríficas de la Marvel de los 90 alrededor de los Hijos de la Medianoche y el personaje del Motorista Fantasma. Desde el Ascenso de los Hijos de la Medianoche y pasando por Terror a Medianoche, las colecciones de Motorista Fantasma y Espíritus de la Venganza habían ido conduciendo a un nuevo levantamiento de las fuerzas maléficas de Lilith y sus hijos por un lado, y del demonio Zarathos, aquel al que Mefisto había utilizado para convertir a Johnny Blaze en el primer Motorista Fantasma. Lilith y Zarathos se unirían finalmente en esta saga, Cerco de Tinieblas, en la que tanto el Motorista Fantasma como Johnny Blaze y el resto de la novena mística original (Morbius, Jonathan Drake, Blade, Hannibal King, Victoria Montesi, Sam Buchanan y Louise Hastings), junto a sus aliados conseguidos durante las diversas aventuras (Venganza, Mordred el Místico, Jinx) y el propio Doctor Extraño. Pero si ya en Terror a Medianoche la historia daba la impresión de estar descuidada y de ocurrir a matacaballo en muchas ocasiones, en Cerco de Tinieblas la sensación que queda es la de que los héroes son movidos sin concierto de un sitio a otro, según interesa al guion para que hagan frente a una u otra amenaza, además con una historia secundaria (la del traidor) que no solo es evidente para los lectores, si no que debería ser evidente para todos los héroes según se encuentran por primera vez.
A lo largo de Cerco de Tinieblas, los héroes se enfrentarán a la alianza entre Lilith y Zarathos, pero también a una nueva amenaza que surge a mitad de la historia, los Caídos, y que lo único que consiguen en la sensación de estar ahí para alargar. El caso es que de una forma o de otra, estamos ante una historia que ni cuaja ni llega, y que ni siquiera es, en la mayor parte de los casos, visualmente atractiva.
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