New Avengers: A.I.M., Volume 1: Everything is New by Al Ewing
My rating: 3 of 5 stars
Como Jonathan Hickman construye las cosas como las construye, a su salida de la franquicia de los Vengadores después de Secret Wars, había ideas atrás que aún daban mucho de sí, y una de ellas fue la que se gestó más o menos entre Vengadores y Vengadores Mundiales, con un equipo de Vengadores dirigido por Mancha Solar y que se había hecho con el control ni más ni menos que con IMA. Y esas son las cosas que un autor visionario sabe hacer, coger a personajes como Mancha Solar o Bala de Cañón que jamás habían estado en la órbita de los Vengadores, y no solo incluirlos sino darles su relevancia y sus particularidades. Así que en Marvel confiaron en Al Ewing, que había hecho un trabajo más que digno en sus Poderosos Vengadores, para la nueva serie de Nuevos Vengadores que siguió a Secret Wars. Con el equipo de Vengadores asentado en la Isla de IMA y con los dos ojos de SHIELD puestos en ellos, Mancha Solar va a reunir a su alrededor a un equipo ecléctico, con Wiccan y Hulkling de los Jóvenes Vengadores, Tigre Blanco y Power Man de sus Poderosos Vengadores, Chica Ardilla porque estaba de moda, y Pájaro Cantor y Ojo de Halcón como representantes de los viejos Thunderbolts de Busiek, en este primer volumen vamos a encontrarnos también con un ritmo vertiginoso.
Y este ritmo, aunque mejor llevado que en los Vengadores de Waid, va a venir de lo mismo. Las prisas por integrar al equipo en los eventos que se aproximaban. Así, en este primer tomo, vamos a tener como enemigos ni más ni menos que al Creador (el Reed Richards psicópata y perturbadísimo del desaparecido Universo Ultimate), van a ir al espacio para descubrir que Hulkling es el rey elegido de una especie de Camelot cósmico donde se encuentran los híbridos de Krees y Skrulls, y van a hacer frente a la visita de unos Vengadores del futuro (con Danielle Cage convertida en la Capitana América entre otros), que van a tratar de evitar que Wiccan sea poseído por una deidad cósmica malvada. Estamos hablando de que todo esto pasa en seis o siete números y esto ya no es 1963, donde el ritmo era distinto, y por mucho que estoy seguro de que Al Ewing intentaba currárselo, hay circunstancias en las que es imposible. Y sinceramente, el dibujo de Gerardo Sandoval que tampoco me vuelve loco, no ayuda demasiado...
Aún así, no es lo peor que estoy leyendo de ese momento...
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